sábado, 19 de diciembre de 2009

TRADICIONES NAVIDEÑAS

Con la llegada de la Navidad, todos los hogares del planeta se envuelven en un cálido abrigo de tradiciones y costumbres que hacen que estas fiestas tan señaladas sean realmente especiales.

El arbolito de navidad con sus bolitas y sus lucecitas; el pesebre con las figuras que día tras día van avanzando hasta el portal; el turrón que aparece como por arte de magia a mediados de diciembre pero no te los acabas de comer hasta finales de agostol; la avalancha de anuncios de colonia que aparecen por la tele (que parece que en Navidad todos seamos uno cochinos!); la botella de anís que presenta su “hit” navideño en Noche Buena y no para hasta fin de año (“Ande, ande, ande, la marimorena. Ande, ande, ande que la noche es buena...”); los refranes que animan al personal (“Quién no folla pá fin de año, no folla en to laño!”... Mentira! Yo he follao en fin de año y me he pasado lo que resta a “dos velas”!), etc.


Pues bien, hoy vengo a explicar una tradición que si bien al principio puede parecer muy dulce, acaba siendo una claro voto al salvajismo y a la tortura. Me explico.

En Cataluña (y desconozco si en otros lugares existe esta misma tradición), en los días previos a la Navidad, aparece por arte de magia en casi todas las casas un simpático personaje al que todos conocen como TIÓ.

Nene, no te rías tanto que te va ha caer una encima...

El Tió es un tronco mágico que, bajando de las montañas, llega a los hogares buscando un poco de calor y algo de comida. El bosque en invierno es terriblemente duro y el pobrecillo tronco, pide nuestra humilde acogida.

Y aquí comienza la uno de los engaños mas crueles de esta época de paz y amor.

Las familias, al principio, son muy amables con el tronco mágico: le dan de comer y le tapan con una manta para que no tenga frío. Pero QUÉ le dan de comer? Podrías pensar que le dan sopa maravilla, fabada asturiana o bistec... Y una mierda! Le dan las cáscaras de las mandarinas, la piel de plátano, la pela de patata... vamos, porqueria!

Pobre criaturica, semanas arrastrándote por el suelo para, luego, darte de comer las sobras!

Pero no acaba aquí la cosa, no. Día, tras día van embutiendo al Tió con un objetivo claro: engordarlo a mas no poder para, al final, hacerlo cagar!

Bien, he de decir que una de las propiedades mágicas del Tió es que cuando caga, sus “furullos” son a base de chocolatinas, caramelos, juguetes...

Pero bueno, a lo que íbamos, que si tienes que engordarlo para que después cague regalos, como mínimo alimentalo bien!


Pero lo mas salvaje es conocer COMO se hace cagar a un Tió. Podríamos pensar que le ponen un orinal al lado, una revista para que se entretenga y unas toallitas para limpiarse al final el “mojón”. Pero nada mas alejado de la realidad.

Se coge al Tió, se le pone una manta encima (creo que para que al cagar no ensucie el suelo) y todos los miembros de la familia, con la ayuda de unos bastones, se dedican a apalear al pobre tronco cantando una alegre “cancioncilla”.

Por dios, ande sa visto semejante barbaridá! Osea, que la gente juega al “poli bueno” y “poli malo”: primero te cuido, buen rollito, comidita (porqueria!), que si tienes frío te tapo y todo eso y luego... Patapam! A molerte a palos como a un “desgraciao”!


Lo mas grave de toda esta historia es que se fomenta a los inocentes niños y niñas, a participar de este acto de brutalidad. Para comenzar, en las escuelas también llega el Tió y es allí donde se enseña todo el engaño: darle de comer al tronco, la cancioncilla para apalearlo, como pegar para que el golpe sea efectivo y cague mas (y no deje marca!)...


En resumen, después dirán que en Navidad hay que cuidar al prójimo, ayudar a los que no tienen... Sí, sí, sí... y después una “manta palos”!

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