lunes, 12 de agosto de 2013

MARCA DEL ESTE (sesión XIII)

Aquel oscuro e inquietante monasterio no dejaba lugar para el descanso de los aventureros. Suerte tuvieron al encontrar un pequeño almacén, solo ocupado por unas curiosas ratas, que dieron al grupo unas horas de descanso para recuperar las fuerzas perdidas y sanar sus heridas.

Tras unas horas de sueño intranquilo, el grupo continuó con la exploración del edificio. Tras pasar por la sala donde se habían enfrentado al clérigo poseído, avistaron tres puertas: dos de ellas parecían llevar a dos de los puentes que conectaban con la otra zona del monasterio, y la última a lo que había sido el cementerio.

Fue e ese lugar donde Niobe y Akela, sintieron un escalofrío algo perturbador...al mismo tiempo que una niebla comenzaba a formarse frente a ellos.
Armas en mano, se prepararon a enfrentarse a un nuevo peligro...pero no era tal. LA niebla comenzó a formar un cuerpo de lo que antes había sido uno de los monjes de la orden del saber. Era un alma en pena...un fantasma!

Mostrando su respeto por la figura vagabunda, conocieron algo más sobre lo sucedido en el monasterio: la llegada de un misteriosos hombre una noche de tormenta, su interés en conocer los libros que allí se guardaban, su convocación de una criatura demoníaca... Y el sacrilegio de dejar aquel cementerio sin la paz necesitada para las personas allí enterradas.

Los aventureros decidieron ayudar a aquella alma en pena, bendiciendo el lugar para retornar el descanso que se merecía. Pero solo con las oraciones escritas en uno de los libros del monasterio (el libro de Saredum), aquel fin sería conseguido. Entonces, era necesario adentrarse en las catacumbas del monasterio (situadas en el otro edificio) y encontrar en tranquilizador tomo.

Al dirigirse hacia allí por los puentes colgantes, la sombra que les había dado la bienvenida al llegar a la colina, se hizo presente de nuevo. Y esta vez, consiguieron avistar de qué se trataba: un demonio del abismo!
Una buena organización, y afortunada rapidez, para pasar por el puente, solo les ocasionó alguna que otra herida provocada por las afiladas garras de a criatura del inframundo.

Explorando la primera sala del segundo edificio, llegaron a la gran biblioteca del monasterio. Pero el escenario era algo más que estremecedor: todo por los suelos, libros carbonizados, librerías destrozadas, restos de sangre....y el cuerpo de uno de los monjes crucificado en una de las paredes. El cuerpo estaba desnudo y mostraba señales de haber sido cruelmente torturado. Quién había provocado aquel dantesco escenario?
-Ayuda...- gimió el monje, que aún parecía tener un pequeño aliento de vida.

Tras preguntarle lo sucedido, solo sacaron en claro que aquel desconocido maléfico, había llegado al monasterio buscando un libro ciertamente peligroso: el libro de mutación. Y al igual que el libro de Saredum, esos tomos se encontraban en las catacumbas del edificio.
Poco pudieron hacer por el monje, sus palabras fueron lo último que escucharon los aventureros. El abrazo de la muerte se lo había llevado para siempre...

Era momento de encontrar el libro de Saredum y poner fin a lo sucedido en el monasterio de Maredon.
Internándose en las mazmorras por medio de una resbaladiza escalera, se mezclaron por los sinuosos túneles bajo tierra, haciendo frente a ataques de necrófagos que aparecían por medio de un pozo en una de las salas. Tras acabar con ellos, y obstaculizar el pozo por donde llegaban al monasterio, se dirigieron a un pasadizo iluminado por una tenue luz verdosa.

Allí se toparon con un demonio burlón que parecía hacer guardia a la sala donde se encontraban los preciados libros que buscaban.
El demonio guardián, algo aburrido por su misión, les propuso un enigma: si acertaban la respuesta, las puertas quedarían abiertas. Pero en caso de fallar...la muerte se haría presente en la sala.
Tras escuchar el enigma propuesto por el demonio, y dar con una respuesta errónea, tuvieron que enfrentarse a la criatura y vencerla, cosa no del todo fácil.
Sus hábiles movimientos, sus ataques efectivos, sus afiladas armas, fueron las herramientas que utilizaron para conseguir el libro de Saredum...

Pero el libro de mutación ya no se encontraba en aquella sala.

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