Tenían un día y medio de trayecto
hasta la torre de vigilancia. Así pues, con las primeras luces de la
mañana, el grupo inició la marcha hacia el oeste, siguiendo el
Camino de la Mantícora.
Previamente, habían decidido desviarse
del rumbo establecido para dar una ojeado al bosque (en la parte
norte de las Quebradas del Este), donde decían que se encontraba
aquel Oso Lechuza que provocaba molestias a uno de los aserraderos de
Robleda.
Les venía de paso y con ello ganarían
unas buenas monedas para sus sacas , a parte de buena experiencia
para con las criaturas de aquella zona.
Al internarse en el bosque todo parecía
normal, pero la espesura de su vegetación, los obligó a dejar sus
monturas y continuar el camino a pie.
No pasaron unos minutos que notaron que
el ambiente del bosque comenzaba a ser algo más tenso. Puede que
fuera por el inquietante silencio...por no ver ningún tipo de rastro
animal por la zona...o por el grito desgarrador de algún animal que
parecía lanzar su último aliento de vida.
El grupo reaccionó con rapidez: todos
subieron a los árboles, menos Grant que fue incapaz de encaramarse a
aquellas alturas con su robusto cuerpo y Akela. La paladín, decidió
penetrar un poco más en la espesura e intentar descubrir el origen
de aquellos gritos de dolor.
Y pocos metros le faltaron para
descubrir al Oso Lechuza que remataba a su pobre pieza de caza: un
ciervo.
Pero esta vez, la mala suerte estaba
presente en el lugar. Akela se disponía a volver hasta el grupo para
informar de lo descubierto, pero sus movimientos provocaron el ruido
suficiente como para alertar a la criatura salvaje. El Oso Lechuza
comenzaba una nueva cacería, esta vez la presa era Akela.
La mujer consiguió llegar a la
arboleda donde se encontraban sus compañeros y se inició un combate
donde las flechas desde las copas de los árboles de Ginebra, Pestus
y Doga, los ataques cuerpo a cuerpo de Grant y Akela, iban mermando
la salud de la enorme y peligrosa criatura.
Pero no por ello, el Oso Lechuza se
quedaba indiferente: sus zarpazos también eran efectivos y
conseguían rasgar parte de la armadura y de la carne de los
aventureros.
En uno de estos zarpazos, la bestia
rasgó la abdominal de la paladín, provocando una enorme herida que
dejó a Akela inerte y al borde mismo de la muerte (*).
Fue aquel un momento de miedo, y valor
al mismo tiempo, por parte del resto del grupo. Uno de los miembros
había caído en combate y parecía no respirar. De ellos dependía
si el oscuro abrazo de la muerte se llevaba a Akela para siempre.
Una serie de ataques bien dirigidos y
efectivos, dieron muerte al Oso Lechuza y a su molestia existencia en
aquellos bosques d ellas Quebradas.
Era momento de analizar el estado de la
paladín del grupo...y no eran muy buenas noticias, que digamos.
Tras una serie de curas, Akela parecía
recobrar el conocimiento, pero con una serie de secuelas que la
marcarían de por vida: una enorme cicatriz en el estómago y un
miedo atroz a criaturas como el Oso Lechuza.
Tras unas horas de descanso nocturno,
el grupo volvía a su cometido principal: descubrir lo sucedido en la
torre de vigilancia.
Llegaron a media tarde del día
siguiente y pudieron observar, en lo alto de una loma, la pequeña
fortaleza de la guardia de Robleda.
Estuvieron unas horas observando si
existía movimiento en la zona y todo parecía tranquilo. Akela pudo
recuperarse algo más de la pesadilla del día anterior...pero pronto
volvió a estar en alerta: un par de kobolds aparecían en los
alrededores de la torre. Puede que fueran ellos los que habían
acabado con el destacamento afianzado en la torre.
Tras meditar como acercarse a la
estructura sin ser detectados, decidieron internarse sigilosamente
por uno de los laterales.
Al llegar a sus duras paredes,
descubrieron una pequeña patrulla de 4 kobolds que se encargaban de
la primera línea de vigilancia de la fortaleza. No fue difícil
acabar con ellos y, sin dilación, entraron en la torre para
descubrir lo sucedido.
Los restos de combate eran presentes en
cada una de las estancias de la estructura militar: cadáveres,
sangre, destrozos...
Incluso tuvieron que combatir
nuevamente contra tres nuevas criaturas kobold y a una más que
parecía una especie de hechicero kobold. Combate rápido y
eficiente...estos aventureros aprendían rápido!
Un vistazo a las estancias les ayudó a
descubrir un arcón con ciertas cosas de valor y un bidón de agua
turbia. Inteligentemente, vaciaron el bidón para descubrir una daga
decorada con un engarce de un escorpión.
Doga, por su parte, había investigado
de forma efectiva una de las puertas de la estructura, para descubrir
que disponía de una trampa de dardo. En su interior, la sala parecía
ser el despacho de personal de rango del destacamento de soldados.
Buscando por aquí y por allá,
descubrieron un manuscrito donde informaba de la presencia de kobolds
en la zona. Pestus no se conformó con ello e buscó entre los
escombros para descubrir una trampilla que llevaba a los subterráneos
de la fortaleza.
Puede que los peligros de la fortaleza
no se hubieran acabado aquí...
*: En esta segunda sesión de juego,
sucedió algo que me hizo dudar en como actuar como “master-cabrón”.
Os explico...
En el combate entre el grupo y el Oso
Lechuza, mi criatura consiguió un crítico en su ataque, machacando
literalmente al personaje de Alícia (Akela). El resultado era claro:
la paladín estaba muerta...muerta del todo!
Y he aquí mi dilema: qué hacer con
Akela, con una sola sesión de juego, matarla y personaje nuevo o
algo que la marque como personaje de por vida?
No llevábamos ni una hora de juego y
no era momento de frenar el avance de la sesión para crear un
personaje nuevo para Alícia. Así pues, tomé la decisión (seguro
que criticada por algunos compañeros masters) de darle un
“empujoncito” a Akela para sacarla del túnel de la muerte, a
cambio de rebajarle todas sus características en un punto. Y esto,
hablando de una paladín con puntuaciones altas en casi todo, era un
pago justo.
No sé si era la mejor opción...y si
alguno piensa que volverá a suceder...pues el momento lo dirá!
Dos puntos bajé de cada característica... que duro, pero era eso o la muerte. Es que el oso mutante sacó un crítico con el daño máximo, me dejó frita de un golpe. Agradezco que me dejases continuar con Akela,aún tiene mucho que jugar aunque haya quedado tarada.
ResponderEliminarA mi me parecio una decision acertada.Acababamos de comenzar y el castigo ya es suficientemente duro.A tu no has quedado tarada ni muchisimo menos.
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