Al despertar, se encontraron encerrados
en unas oscuras mazmorras...por separado y sin una pieza de su
preciado equipo. En una de ellas, Grant y Pestus intentaban forzar la
puerta que los mantenía recluidos. Ginebra y Akela, en otra de las
celdas, pensaban como salir de allí. Y por último, Doga, en
solitario, buscaba la manera de salir de allí.
Cada cierto tiempo (unas 6 horas
aproximadamente), les hacia una visita un cocinero y un guardia orco,
este último muy bien armado, para darles una bazofia que parecía
ser la comida del día.
Entre visita y visita, el grupo
descubrió que se encontraban en una especie de fortaleza ocupada por
un extenso grupo de orcos (Pestus, ayudado por Grant, pudo ver por el
estrecho ventanuco el patio de armas, donde un grupo de guerreros de
piel verdosa se preparaban para algún tipo de batalla), y Doga pudo
averiguar lo que parecía un antiguo túnel que comunicaba con una
celda contigua, esta con la puerta abierta.
Era momento de pensar en un plan...
Pasadas las 6 hora, volvió a aparecer
el cocinero junto al guardia orco, marcando el momento de actuar.
Después de recibir la comida del día, Doga se introdujo en el túnel
de escape. Mientras, Grant y Pestus, intentaban forzar un combate
contra el cocinero orco.
La cosa acabó en un combate algo
ajetreado entre tres de los miembros del grupo y los dos orcos. Akela
y Ginebra, armaban escándalo para alterar aún más el ambiente.
Consiguieron vencer a la pareja
enemiga, pero con costes altos: Doga había caído inconsciente.
Tras hacerse con la armas y protección
del enemigo, liberaron a las féminas del grupo e investigaron parte
de las mazmorras. Solo encontraron una sala de torturas, donde
pudieron conseguir alguna que otra herramienta de ataque.
Ya con las llaves para acceder al resto
de la fortaleza, se adentraron a lo que parecía el puesto de guardia
orco. Consiguieron más armas en la armería de la fortaleza y, lo
más interesante para el grupo, unas pociones sanadoras de uno de los
dormitorios donde se encontraban una pareja de orcos durmiendo, que
volvieron a la realidad a su compañero Doga.
Continuando con la exploración,
tuvieron que enfrentarse con un enorme y musculoso humano de piel
oscura. Era Zarumi, el entrenador negro, que frente al grupo al
completo, y con el ataque por sorpresa de alguno de ellos, cayó sin
vida en pocos minutos.
Poco a poco, el grupo iba
pertrechándose de armaduras, armas y algún que otro objeto de
cierto interés económico. Pero lo más importante estaba por
decidir: como salir de allí.
Desde una de las ventanas de la cocina,
el grupo reafirmó la idea de que aquel ejército de orcos se
preparaban para algún tipo de ataque inminente. Pero lo más
intrigante era quién dirigía aquel ejército: un hombre de nobles
ropajes que, de lo alto de una tarima, evaluaba el entrenamiento de
los orcos.
Las elegantes ropas del humano no les
eran del todo desconocidas...un bordado simbolizando unas rosas! Las
habían visto anteriormente, pero donde... En Palmyrus, el amigo del
burgomaestre de Robleda!
Podría ser cierto? Aquel hombre era
Florho. Flandag, el mago, tenía toda la razón!
Su obligación era la de escapar para
advertir al máximo dirigente de la ciudad y al conde traicionado.
Pero la huida por el patio de armas era una tarea suicida. Quién se
enfrentaría a 100 orcos armados hasta los dientes? Era mejor
continuar investigando...
Tras algunos combates, llegaron a la
sala del trono, donde dos enormes esculturas de piedra ataviadas con
antorchas, decoraban la enorme sala.
De allí, dieron paso a una sala
repleta de libros...la biblioteca. Allí, en un gran escritorio,
encontraron el diario de Florho, donde había escrito de su puño y
letra sus oscuras intenciones: matar a Palmyrus para ocupar su lugar
en el consejo de Robleda.
"Una vez dentro, el camino serà más fàcil" se podía leer en el diario.
Lo más inquietante, era que en más de
una escritura, aparecía el mismo símbolo que habían encontrado en
el medallón del sacerdote de la torre de vigilancia de Robleda, unos
días atrás.
Pero lo que sí que les agradó, fue
descubrir la diligencia de construir un túnel de escape de aquella
fortaleza en caso de necesidad:
“Los guardias más duros y firmes la
guardan”
“Toma la luz para seguir el camino
oscuro”
Tras esclarecer el enigma, activaron la
puerta secreta de salida y pudieron salir de aquella peligrosa
fortaleza.
Su sorpresa fue mayor al encontrarse
con Flandag, el mago, a escasos metros de la fortaleza. El mago se
disponía a socorrerles de la manera que le fuera posible, pero poco
podía hacer ya que sus poderes eran escasos: Florho se había
adueñado de su bastón de poder y lo había escondido en unas
antiguas minas cerca de aquel lugar.
Tras explicar lo descubierto en la
fortaleza, mago y aventureros, trazaron un plan: mientras ellos
conseguían el bastón arcano, Flandag daría aviso a Palmyrus y al
burgomaestre de Robleda de aquel posible ataque a la ciudad de la
Marca.
Así pues, el grupo se dirigió hacia
las minas...
Tuvieron que adentrase en un canal de
aguas turbias e inquietantes, por medio de una barca que les
posibilitaba adentrarse a la inundada entrada de las minas. Lo que no
sabían era que un grupo de hombres-lagarto se escondían bajo las
oscuras aguas, esperando el mejor momento para atacar...
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