sábado, 6 de abril de 2013

MARCA DEL ESTE (sesión V)

Al despertar, se encontraron encerrados en unas oscuras mazmorras...por separado y sin una pieza de su preciado equipo. En una de ellas, Grant y Pestus intentaban forzar la puerta que los mantenía recluidos. Ginebra y Akela, en otra de las celdas, pensaban como salir de allí. Y por último, Doga, en solitario, buscaba la manera de salir de allí.


Cada cierto tiempo (unas 6 horas aproximadamente), les hacia una visita un cocinero y un guardia orco, este último muy bien armado, para darles una bazofia que parecía ser la comida del día.
Entre visita y visita, el grupo descubrió que se encontraban en una especie de fortaleza ocupada por un extenso grupo de orcos (Pestus, ayudado por Grant, pudo ver por el estrecho ventanuco el patio de armas, donde un grupo de guerreros de piel verdosa se preparaban para algún tipo de batalla), y Doga pudo averiguar lo que parecía un antiguo túnel que comunicaba con una celda contigua, esta con la puerta abierta.
Era momento de pensar en un plan...


Pasadas las 6 hora, volvió a aparecer el cocinero junto al guardia orco, marcando el momento de actuar. Después de recibir la comida del día, Doga se introdujo en el túnel de escape. Mientras, Grant y Pestus, intentaban forzar un combate contra el cocinero orco.
La cosa acabó en un combate algo ajetreado entre tres de los miembros del grupo y los dos orcos. Akela y Ginebra, armaban escándalo para alterar aún más el ambiente.
Consiguieron vencer a la pareja enemiga, pero con costes altos: Doga había caído inconsciente.

Tras hacerse con la armas y protección del enemigo, liberaron a las féminas del grupo e investigaron parte de las mazmorras. Solo encontraron una sala de torturas, donde pudieron conseguir alguna que otra herramienta de ataque.

Ya con las llaves para acceder al resto de la fortaleza, se adentraron a lo que parecía el puesto de guardia orco. Consiguieron más armas en la armería de la fortaleza y, lo más interesante para el grupo, unas pociones sanadoras de uno de los dormitorios donde se encontraban una pareja de orcos durmiendo, que volvieron a la realidad a su compañero Doga.

Continuando con la exploración, tuvieron que enfrentarse con un enorme y musculoso humano de piel oscura. Era Zarumi, el entrenador negro, que frente al grupo al completo, y con el ataque por sorpresa de alguno de ellos, cayó sin vida en pocos minutos.


Poco a poco, el grupo iba pertrechándose de armaduras, armas y algún que otro objeto de cierto interés económico. Pero lo más importante estaba por decidir: como salir de allí.
Desde una de las ventanas de la cocina, el grupo reafirmó la idea de que aquel ejército de orcos se preparaban para algún tipo de ataque inminente. Pero lo más intrigante era quién dirigía aquel ejército: un hombre de nobles ropajes que, de lo alto de una tarima, evaluaba el entrenamiento de los orcos.
Las elegantes ropas del humano no les eran del todo desconocidas...un bordado simbolizando unas rosas! Las habían visto anteriormente, pero donde... En Palmyrus, el amigo del burgomaestre de Robleda!
Podría ser cierto? Aquel hombre era Florho. Flandag, el mago, tenía toda la razón!

Su obligación era la de escapar para advertir al máximo dirigente de la ciudad y al conde traicionado. Pero la huida por el patio de armas era una tarea suicida. Quién se enfrentaría a 100 orcos armados hasta los dientes? Era mejor continuar investigando...

Tras algunos combates, llegaron a la sala del trono, donde dos enormes esculturas de piedra ataviadas con antorchas, decoraban la enorme sala.
De allí, dieron paso a una sala repleta de libros...la biblioteca. Allí, en un gran escritorio, encontraron el diario de Florho, donde había escrito de su puño y letra sus oscuras intenciones: matar a Palmyrus para ocupar su lugar en el consejo de Robleda.

"Una vez dentro, el camino serà más fàcil" se podía leer en el diario.

Lo más inquietante, era que en más de una escritura, aparecía el mismo símbolo que habían encontrado en el medallón del sacerdote de la torre de vigilancia de Robleda, unos días atrás.
Pero lo que sí que les agradó, fue descubrir la diligencia de construir un túnel de escape de aquella fortaleza en caso de necesidad:

“Los guardias más duros y firmes la guardan”
“Toma la luz para seguir el camino oscuro”

Tras esclarecer el enigma, activaron la puerta secreta de salida y pudieron salir de aquella peligrosa fortaleza.

Su sorpresa fue mayor al encontrarse con Flandag, el mago, a escasos metros de la fortaleza. El mago se disponía a socorrerles de la manera que le fuera posible, pero poco podía hacer ya que sus poderes eran escasos: Florho se había adueñado de su bastón de poder y lo había escondido en unas antiguas minas cerca de aquel lugar.
Tras explicar lo descubierto en la fortaleza, mago y aventureros, trazaron un plan: mientras ellos conseguían el bastón arcano, Flandag daría aviso a Palmyrus y al burgomaestre de Robleda de aquel posible ataque a la ciudad de la Marca.

Así pues, el grupo se dirigió hacia las minas...

Tuvieron que adentrase en un canal de aguas turbias e inquietantes, por medio de una barca que les posibilitaba adentrarse a la inundada entrada de las minas. Lo que no sabían era que un grupo de hombres-lagarto se escondían bajo las oscuras aguas, esperando el mejor momento para atacar...


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