viernes, 5 de julio de 2013

MARCA DEL ESTE (sesión XI)

Tras enfrentarse a un pequeño grupo de guardias que realizaban su pertinente ronda de vigilancia, decidieron que el mejor camino a seguir era volver por la peligrosa celda del enorme troll. Sabían que era un riesgo a correr, pero mejor que tener que enfrentarse al resto de celadores armados de la prisión de Frysev.

Deshaciendo camino, y esta vez con algo más de coordinación y estrategia de grupo, consiguieron traspasar el cubil de la criatura troll sin demasiados problemas. Salvo que...
Uno de los ataques del monstruo, alcanzó a Logan (el prisionero que habían liberado y sospechoso de ser en realidad un licántropo) provocando en el un estado preocupante y algo alterado. Era evidente que su transformación a hombre lobo comenzaba a manifestarse...
En este punto, el grupo tenía serias dudas sobre qué hacer con él: matarlo o dejarlo en libertad. Finalmente, y con remordimientos de Akela, dejaron a Logan atado pero con facilidades para liberarse. Llegar a volver a ver la luz del día, dependería de él solo.

La salida de la prisión fue rápida y sin demasiados problemas. Acto seguido y sin perder tiempo, llevaron a Grigor en presencia de Gemell, tal como habían acordado.
Ahora solo faltaba realizar el último de los encargos y podrían conseguir el antídoto para Akela. Un último trabajo para liberarse de la deuda con Gemell.

La misión consistía en entrar en la torre de Frysev y robar un libro en el que Gemell estaba especialmente interesado: un tratado nigromántico visirtani. Evidentemente, los aventureros no conocían su contenido, solo el título del volumen: Kitab al-Azif.
Encargo especial para ladrones expertos, el grupo se dispuso a introducirse en el torreón y sustraer el libro con la máxima rapidez posible. 

El primer obstáculo con el que se encontraron, fue un panel en el que aparecían muchos y variados símbolos desconocidos para todos ellos. Tras analizar la situación, llegaron a la conclusión que debían activar uno de los iconos, para poder abrir el muro que les barraba el paso.
El recuerdo de uno de ellos, les llevó a la llegada a Frysev y cunado salvaron a Niobe de la paliza de aquellos maleantes. Recordaron que uno de ellos llevaba un pequeño pergamino con un dibujo que aparecía en el panel del torreón. Era el de un punto negro...
Desafiaron a la fortuna, presionando el dibujo del punto negro, activando el muro y consiguiendo que este se abriera.

Habían superado el primero de los enigmas, pero aún no tenían el libro en su poder. Otro muro les frenaba el avance...


Este segundo muro era algo enigmático: mágicamente, apareció una boca que parecía decir alguna cosa...”comida”? Algo extraño, sí, pero no era momento para poner en duda los métodos de seguridad del torreón. Tras darle algo de comer, el muro se abrió de nuevo para dar paso a un pasillo con inscripciones en el suelo.
A cada baldosa, una letra... Como debían traspasar aquel pasillo que, suponían, estaba plagado de trampas?
Siguiendo la nota que habían conseguido de los bandidos, obtuvieron (no sin discusiones) la respuesta al enigma: debían pasar por las casillas que seguían la frase “Mi querido Svennard”.

Tras superar el pasillo, llegaron a la sala donde se encontraba el volumen demandado por Gemell: el
Kitab al-Azif.
Era momento de saldar la cuenta con el mafioso de Frysev, no sin tener cierto temor en entregar un libro nigromántico a un peligroso ciudadano de aquella peligrosa ciudad.

Tras la entrega y obtener el antídoto para Akela, decidieron salir cuanto antes de Frysev. Un unicornio les estaba esperando, y el grupo quería volver cuanto antes a Robleda y olvidar todo aquel asunto.
Tras unos días de tranquilo viaje, llegaron al bosque donde decían podía encontrarse el legendario Karkadann. Pero no solo habitaba aquel lugar la mágica criatura, si no otros peligros, como el que tuvieron que hacer frente: una arpía.


Consiguieron abatirla y arrancarle la vida, continuando con su búsqueda...

Fue entonces, cuando consiguieron encontrarse cara a cara con el unicornio. Solo Akela y Ginebra, conseguían acercarse sin asustar al animal astado. Estaban a escasos metros de la criatura, querían conseguir el cuerno sin provocar daño alguno al animal...pero una flecha salió disparada de uno d ellos arcos de la guardia de la princesa, hiriendo de muerte al mágico ser.
La ira y el enfado se desató entre los componentes del grupo: era necesario matar al unicornio? Porqué no se había respetado aquella decisión?
Todos miraban con desprecio al soldado arquero y con furia a la princesa, hermana del califa. Aquella misión no había salido como habían deseado, y solo querían acabar con ella cuanto antes.
Obtuvieron el cuerno e iniciaron el regreso a Robleda...

Solo el mensaje tranquilizador de los paladines, alegró un poco el final de la aventura: sabían que, aún y la muerte del unicornio, esta era una criatura eterna e inmortal...renacería de la muerte para volver a correr por aquellos bosques.


El camino de vuelta fue triste, silencioso y cansino. Era momento de descansar, sanar heridas y dejar atrás aquel estúpido encargo para que un califa tuviera descendencia.
Llegaron a Robleda y entregaron el cuerno, obtuvieron su recompensa y las disculpas de una princesa arrepentida de todo lo sucedido.

Era momento de olvidar...

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