El pasado 21 de septiembre, se celebró
el 75º aniversario de “El Hobbit”, de nuestro amigo Tolkien.
Por allá 1937, el chavalín se puso
delante de un papel en blanco e inició lo que sería el comienzo de
una gran aventura. Un mundo nuevo, repleto de lugares maravillosos,
criaturas fantásticas y personajes inolvidables.
Mucho ha llovido desde aquel entonces:
vino “El Señor de los Anillos” y “El Silmarillion”, las
películas animadas, las grandes y extensas películas del señor
Jackson, los juegos de ordenador, los de mesa, etc...
Y lo próximo? Pues todos lo sabemos:
la película de “El Hobbit” (que parece que serán tres y no
una), y en la que todos tenemos unas enormes expectativas que
esperemos no nos defrauden.
Hace cosa de dos años, encontré en un
mercadillo una edición de bolsillo de “El Hobbit”. Ya lo había
leída cuando era jovencito, pero reconozco que no me acabó de
enganchar del todo. Me gustó, pero había algo que no me
entusiasmaba... Llevado por la curiosidad, me compré el libro y
volví a su lectura. Esta vez, puede que por la madurez o por los
designios del destino, la obra de Tolkien me atrapó desde la
primera página. Devoré el libro en poco tiempo y estoy pensando en
darle otra vistazo antes de la llegada del film.
Será el momento de releer “El Señor
de los Anillos” de nuevo?
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