Mientras el grupo se recuperaba a base
de una buena cena a base del pescado de Besaid, todos escucharon las
palabras de la anciana que había cuidado de la niña Elegida los
últimos meses.
Yuna, la Elegida, se había manifestado
como tal hacia muy poco, pero había despertado el interés de los
seguidores de Sinh...y a su vez, también la responsabilidad de
Artanis y Sigilo.
Ahora la vida de la niña era un mortal
contrarreloj en busca de las 4 piedras de poder elementales (agua,
fuego, hielo y rayo) y llegar a tiempo de realizar un misterioso
ritual al que Artanis se negó a descubrir a sus compañeros.
Por suerte, la situación geográfica
de las piedras era conocida: la primera en el Templo Negro, dentro de
la Llanura de los rayos; la segunda en la Montañas de fuego; la
tercera en algún lugar del Lago Van; la tercera en los Montes
blancos.
Así pues, el primer objetivo se
encontraba no muy alejado de ellos. Pero primero debían traspasar el
Bosque de Macalania...
Este bosque era conocido en toda Spyra
por ser tan bello como mortal. En su espesa vegetación se podía
encontrar plantas de olor penetrante y tacto venenoso, criaturas
camufladas hasta la invisibilidad esperando el momento para caer
sobre su presa, caminos que conseguían desorientar al mejor de los
exploradores, un clima húmedo que solo provocaba la inquietante
sensación de claustrofobia...
El grupo se internó en aquella zona
con los 5 sentidos en plena atención. La formación en la que se
agrupaban, resguardaba a Yuna de los posibles peligros que pudieran
aparecer en el camino.
En un momento del camino, algo llamó
la atención de Kairon: un movimiento a escasos metros de su
posición. Tomando la máxima prudencia, el grupo avanzó para
descubrir lo que sería un Petrus (una especia de armadillo de
piedra, enorme y con coraza puntiaguda) y un oso salvaje y muy
agresivo.
El combate se inició sin muchos
miramientos y los miembros del grupo utilizaron sus mejores
habilidades para luchar con el enemigo. La magia de Pijus, las
granadas y el ataque a distancia de Akane y la lucha cuerpo a cuerpo
de Artanis, Sigilo y Kairon, decantaban la balanza hacia su bando.
Pero no era tarea fácil...incluso la llegada de un Flan de Agua,
complico un poco la situación.
Pero con los conocimientos sobre las
vulnerabilidad de ciertas criaturas a los ataques elementales , la
victoria no tardó en llegar. Un buen ataque de agua contra el Petrus
y de electro contra el Flan de Agua, acabó con ellos en un momento.
Tras continuar el viaje, llegaron a
Otumba, una población donde pudieron descansar y aprovisionarse con
pociones, nuevas armas y algún objeto que creyeron útil en el
futuro. Todo, bajo una conducta del todo desapercibida y escondiendo
a Yuna en todo momento. Incluso engañaron al posadero de la
presencia de la niña, haciéndola entrar en la habitación por la
ventana.
Tras la noche de descanso, llegaron en
escasas horas a la temida Llanura de los rayos. Por suerte, la
presencia de los enormes para-rayos, evitaba que los miembros de la
compañía recibiera la descarga venida del cielo.
Finalmente llegaron a la entrada del
Templo Negro, guardado por un grupo de Monjes Negros, dispuestos a
evitar que nada ni nadie llegara hasta la piedra de poder. El primer
obstáculo: la guardia de la entrada.
En este punto, se iniciaron una serie
de disputas para decidir cual era la mejor estrategia de actuación
para acabar con la guardia si ser advertidos los enemigos del
interior. Tras unos momentos de tensión, acabaron por la siguiente
opción: Sigilo utilizó su encantamiento de invisibilidad, mientras
Akane disfrazada de Monje Negro y Kairon como prisionero, se
acercaban a la puerta de entrada. Ese fue el inicio de un nuevo
encuentro, en el que poco podían hacer los Monjes Negros frente al
poder ofensivo del grupo al completo.
Tras darles muerte, era momento de
entrar en el templo y dar cara a los nuevos peligros que esperaban
entere sus paredes.
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