A menudo, las respuestas que damos los
jugadores de rol a la pregunta “por qué juegas a rol?” tienden a
ser algo repetitivas y poco esclarecedoras para aquellos quienes
nunca han jugado a este tipo de juegos. Siempre recurrimos a razones
de diversión, de desconectar de la triste monotonía durante unas
horas, de valores como la cooperación, la reflexión, la estrategia,
el compañerismo... Pero aún así, la respuesta no acaba de “dar
en el clavo” para aquel quién nos hace la pregunta, quedándose
con cara de palo y, tras unos segundos de profundo silencio, vuelve a
preguntar: “Pero...por qué juegas a rol?”.
Aún nos ven así...
En esta entrada de hoy, algo menos
cachonda (ya quedáis avisados!), me gustaría interpretar las mismas
razones que hemos nombrado anteriormente, pero traspasándolas a un
contexto donde seguro que apreciaremos más y mejor el valor positivo
de los juegos de rol. Me refiero al “juego de rol con y para los
niños”.
A parte de friki, soy padre de familia
y maestro...maestro de los guerreros, de los de niños salvajes de 3
a 6 años, de los que quitan mocos, cambian pipis y enseñan
letras...de esos soy. Pues bien, dentro del mundo de la educación
siempre se ha valorado y potenciado un entorno educativo donde el
niño se sienta motivado para descubrir, experimentar, conocer,
aprender. En la etapa infantil, estos aspectos son esenciales para el
desarrollo del niño como persona. Y uno de los mejores recursos para
trabajar este desarrollo es el juego.
Podríamos establecer un gran abanico
de tipos de juego infantiles: los rompecabezas, las piezas de
construcción, los coches, los muñecos..., a parte de aquellos
juegos más dinámicos y físicos que jugamos en el recreo o en
cualquier parque.
Pero la tipología de juego que nos
ayudará a socializar a nuestros pequeños, son aquellos que
podríamos incluirlos bajo la etiqueta de “juegos simbólicos”.
Son aquellos tipos de juego donde el niño entra en una situación
imaginaria e intenta desenvolverse, poco a poco, con la máxima
autonomía posible. Pongamos unos ejemplos más claros: jugar a ser
una familia (con su papá, su mamá, el hijo, el perro...),
transformarse en una pandilla de piratas, hacer la comida a tus
muñecas, ser el general de tu ejército de clics de playmobil,
convertirse en tu super-héroe preferido... Sí, sí, sí, estaréis
pensando que esos son los juegos que todos hemos jugado siendo
pequeños. Y así es.
Un juego de rol, no deja de ser otra
manera de jugar a este “juego simbólico”, que todo el mundo
educativo a coincidido en afirmar como una buena herramienta para
formar personas. Puede, entonces, considerarse los juegos de rol como
una buena opción de diversión educativa para los niños? A mi
parecer, rotundamente, sí.
Evidentemente, sería muy difícil
crear una situación de “roleo” en un ambiente escolar (no me
imagino yo a ciertas “maestras pochas” realizando tareas de
master...), pero si trasladamos estas situaciones a entornos más
propicios, podrían ser gratamente positivos.
Si queremos entender la reflexión que
estamos llevando a cabo, puede que sea mejor ir paso a paso...
Imaginación
Nuestro master tiene delante a un grupo
de chavales de 5 años ansiosos por saber a qué jugaran. No conocen
el juego, no saben el significado de “rol”, no saben cuales son
las normas... En la mesa solo pueden ver unos dados de 6 caras, unas
fichas de colores, unas figuritas muy chulas y partes de lo que
parece un tablero cuadriculado.
El master, tras unos segundos de
silencio, comienza a hablar con voz altamente intrigante: “Ahora os
explicaré una historia que sucedió hace muchos, muchos años...”.
Ya lo tienes! Una partida de rol no deja de ser un cuento, una
historia que se va creando poco a poco, siguiendo las escenas que los
mismos jugadores van originando. Ellos mismo son los protagonistas de
la historia y de como de desarrollaran los sucesos de esta.
A cada nueva descripción del master,
los niños se imaginan el paisaje que les están narrando, las
criaturas a las que se enfrentarán, los personajes con quienes se
relacionan, etc. Por lo tanto, el trabajo de imaginación que deben
realizar es enorme.
Toma de decisiones
Muchas situaciones dentro de una
partida de rol, nacen de una misma pregunta: “qué hacéis?”. Las
aventuras de nuestros personajes se enzarzan en un laberinto de
vivencias donde se debe decidir cual será nuestro próximo paso. De
esta decisión dependerá si nuestro personaje continua sin problemas
la aventura o se ve envuelto en un preocupante aprieto.
Es positivo que los niños vivan estas
situaciones dentro del juego, ya que más tarde, en la vida real,
estarán capacitados para valorar los pros y los contras, crear
hipótesis, avanzarse a los hechos, y poder evaluar con perspectiva
la situación y decidir la opción más optima para su interés.
Es divertido ver como los niños
reflexionan frente a una simple situación como la de abrir o no una
puerta. Puede que unos estén decididos a abrirla, pero alguno
presentará la duda de posibles peligros tras ella. Deberán ponerse
de acuerdo (otro valor positivo a sumar a la lista) y decidir entre
todos su siguiente acción.
-La abrimos o no la abrimos?
Estrategia
Puede parecer que los niños pequeños
tengan dificultades para establecer estrategias de juego para
conseguir un objetivo, pero nada menos alejado de la realidad. Es
verdad que en las primeras partidas de cualquier juego, los niños
necesitan un tiempo para conocer la normativa, el funcionamiento, los
movimientos..., pero poco a poco van “pillando” el sistema y
comienzan a improvisar sus propias estrategias para llegar allí
donde quieren. Cierto que sus propuestas no suelen ser las más
adecuadas para alguna de las situaciones que les presentamos, pero
tampoco son del todo descabelladas.
Por ejemplo, en una partida con mis
hijos, sus pj's estaban frente a una enorme araña que protegía un
tesoro que los héroes debían conseguir. Puede que la propuesta de
algún jugador veterano fuera la de atacar a la criatura utilizando
las mejores habilidades de cada personaje. Mi pequeñajo de 3 años,
se quedó unos segundos en silencio y me dijo: “nos podríamos
disfrazar de arañas y arrastrarnos por el suelo. A lo mejor, la
araña se piensa que somos sus hijas y nos deja pasar!”.
Pues es
una opción...y muy parecida a lo que entenderíamos como “moverse
sigilosamente”, “disfrazarse” o utilizar un conjuro de
“invisibilidad”.
Lo importante es que los niños piensen
diferentes opciones frente a una situación y escojan la que crean
más optima para su objetivo final.
Compañerismo
Este es fácil... En estas edades
(entre 3 y 6 años), los niños acusan bastante lo que se conoce como
egocentrismo. Les cuesta aceptar que aquel juguete no es solo para
él, que no son el centro del mundo, que los padres tienen otras
tareas a parte de estar por ellos, que no siempre tienen la
razón...vamos: no son los reyes del mundo!
También nos encontramos con que muchos
de estos niños juegan de un modo individual, pasando poco a poco a
un juego más colectivo, con los conflictos que conlleva este juego
en grupo. Me refiero a vivir situaciones de decidir como va el juego,
si la mamá soy yo o tu, si la carretera de coches va hacia allí o
hacia allá, si yo soy el bueno y tu el malo, etc.
Y en las aventuras que les vamos a
presentar dentro de una partida de rol, o trabajas en equipo y te
entiendes...o puede que lo pases un poco mal!
Para comenzar, recuperaremos lo
comentado anteriormente sobre la “toma de decisiones” y la idea
de decidir entre todos qué hacer durante la partida. Pero también,
se debe trabajar el tema de formar parte de un grupo, de la ayuda al
compañero, del respeto por como juego el que tienes al lado...
Un par de ejemplos: Imaginemos que los
chavales tienen frente a ellos a un bicharraco que quiere hacerlos
papilla. Deberán respetar las decisiones que tomen sus compañeros,
sea la de enfrentarse o la de huir. Aunque crean que lo mejor es
actuar de cierta forma frente al encuentro, deben aprender a respetar
otras formas de actuar. No sería esto “educar” a ser tolerante?
Otro... Tenemos un compañero que, en
mitad de un combate, cae gravemente herido. Como master, deberemos
dar importancia al hecho que “nuestro amigo” lo está pasando
mal, está dolorido y puede que no acabe la partida. Los niños
apreciaran la situación comprometida de ese compañero y, en los
mejores casos, correrán a socorrerlo. Creo que esta preocupación
puede aceptar la etiqueta de “ponerse en el lugar de otro” o
empatía. Y este es un valor que merece la pena trabajar...
Podríamos encontrar muchos más puntos
positivos en el hecho de jugar a rol con los más peques de la casa,
pero posiblemente estaríamos barajando los puntos comentados hasta
ahora.
Solo puedo decir que he tenido la
grandiosa experiencia de jugar con mis hijos varias partidas de rol y
con resultados más que sorprendentes. Me he maravillado al comprobar
que pueden proponer formas de encarar un encuentro de forma original,
divertida y más que aceptable. Han disfrutado de lo lindo y con
ganas de repetir la experiencia.
Como friki, me pongo tontorrón al ver
a mi Piltrafilla decir que es una hechicera elfa (bajo nombre de
Verdeta Somnis) o que mi Bicho es un guerrero bárbaro (el aguerrido
Malvado). Pero como padre, ver que se dejan llevar por la imaginación
y la fantasía, que se ponen de acuerdo en como actuar, en como
interpretan a los personajes (con cambio de registro de voz
incluido), como reflexionan sobre lo que se les explica, como buscan
soluciones...es un gustazo!
Si tenéis la oportunidad, os animo a
rolear con los más pequeños de la casa. Es otra manera de vivir los
juegos de rol. Más infantil, sí, pero igual de mágica que al
hacerlo con nuestros grupos habituales de juego.
Me ha gustado mucho la entrada. Yo he jugado con mis críos varias veces al rol y siempre les ha gustado mucho "jugar al rol con papá". Han sido gatos buscando a un gatito perdido, caballos tratando de ganar una carrera y hombres de las cavernas buscando comida. Siempre me ha maravillado el modo en el que han inventado soluciones para los problemas que les he ido planteando. Creo que es muy enriquecedor para ellos y también para mi; me permite ver el rol con otra perspectiva, mucho más fresca de lo habitual ;).
ResponderEliminarLa verdad es que te ha quedado una entrada muy interesante socio.
ResponderEliminarPor lo que en mi caso respecta, tengo el dificultad de que a mi esposa no le gusta nada el rol. Y lo último que querría es que dirigiera a los peques. Pero... lo que sí he hehco a veces es narrar una historia entre los dos que no es más que una partida totalmente narrativa.
Por cierto Carlos, usé la aventuraa de los gatos como cuento para mi hijo mayor y la verdad es que le encantó ;).
¿En serio? Oye, pues me alegro ;). Tendré que publicar algún día los cuentos que me invento para los críos, aunque no sean de partidas :D.
EliminarYo de momento no puedo porque mi hijo es muy pequeño todavía (6 meses) pero os aseguro que lo haré en el futuro y leyendo experiencias como las vuestras seguro seguro seguro...
ResponderEliminarUn saludo.
Me encanta esta entrada!!
ResponderEliminarYo también disfruté mucho en esa partida.
Un beso rolero para el Capitán!!!!