Tras un noche de descanso reparador, el
intrépidos aventureros se dispusieron a pasar unas horas de relativa
tranquilidad en la ciudad de Robleda. Pero el espíritu inquieto de
muchos de ellos, les empujaba a salir a las calles de la ciudad en
busca de nuevos retos a sus habilidades. Y no les costó demasiado...
En la misma Jarra de Oro, se
encontraron de nuevo con el anciano que no dejaba de remugar y hablar
para sí mismo. Grant se acercó para mostrar su ayuda al viejo, al
que a su vez, le explicó que necesitaba a alguien que fuera a buscar
a las tierras pantanosas del norte, unos ingredientes para sus
ungüentos y pócimas.
El grupo ya tenía una distracción...y
una nueva misión!
Tras unas horas de viaje por el camino
del norte, comenzaron a percibir el cambio en el paisaje. Estaban
entrando en el Gran Pantano...y eso quería decir encontrarse con
muchos peligros.
Tras unas horas buscando los
ingredientes que el viejo alquimista les había pedido, se detuvieron
a buscar el último de ellos: unos bulbos que se encontraban en el
fondo de un pequeño barranco enfangado.
Fue Ginebra la primera en bajar. Y
también la primera en descubrir que, lo que parecían unas rocas,
eran en realidad unas extrañas arañas-cangrejo que, si no eran
especialmente difíciles de darles muerte, tenían una picada
altamente venenosa.
El grupo tuvo que actuar con rapidez,
primero para conseguir los bulbos y segundo para sacar a Ginebra de
una inconsciencia provocada por las picadas de las criaturas del
pantano.
Tras acabar con las arañas-cangrejo,
el grupo pudo reunir con su totalidad, los ingredientes demandados y
volver a Robleda. Antes, y para recuperar fuerzas, hicieron parada en
Pasoraudo. Allí pasaron la noche, ganaron unas monedas a los dados y
fueron protagonistas fallidos de un intento de robo. Anécdotas que
no quedarían en el olvido...
Una vez en Robleda, fueron buscados por
un grupo de guardias de la ciudad con la orden urgente de presentarse
frente al burgomaestre.
Al llegar a la fortaleza del máximo
mandatario de la ciudad, lo encontraron acompañado de un hombre de
ropajes fastuosos y mirada preocupada. Era Palmyrus Reginbrand, uno
de los miembros del consejo de Robleda y amigo del burgomaestre. Este
les explicó la preocupación que le atormentaba: su hermano Florho,
había sido secuestrado por su ayudante personal, el poderoso mago
Flandag. Sus motivos? Desconocidos por Palmyrus, pero de lo más
desconcertantes, ya que el mago era su íntimo amigo desde hacía
muchos años.
Según Palmyrus, debía encontrarse al
día siguiente con Flandag para establecer las condiciones del
rescate. Ese sería el momento para que el grupo de aventureros,
penetrara en la fortaleza del mago para liberar a Florho, hermano del
duque. Un trabajo peligroso, pero bien pagado.
Al día siguiente, el acordado para el
encuentro de Palmyrus y Flandag, el grupo fue acompañado por un
explorador hasta la entrada de la fortaleza del mago. Extrañados, se
encontraron con un simple pero inmenso roble. En su tronco
agujereado, la entrada al lugar donde Florho estaba secuestrado.
Se dispusieron a entrar, pero fueron
sorprendidos por una hiedra que realizaba las funciones de guardia de
la fortaleza. No acabaron con ella, pero si consiguieron entrar en la
fortaleza.
Mágicamente, fueron trasladados a un
pasillo iluminado por unas antorchas, y en el que descubrieron un
misterioso espejo con una inscripción algo curiosa. Al parecer, al
tocar tu propio reflejo en el espejo, traspasabas a una zona secreta
de la estructura del mago. Allí, se enfrentaron a un hoboglobin,
cuatro goblins...y descubrieron que, en una de las salas, había un
anciano inconsciente. En el cuello llevaba un collar con propiedades
mágicas que aturdía a su portador.
Tras liberarlo del collar, los
aventureros descubrieron que, en realidad, aquel anciano era Flandag.
El asombro se plasmó en el rostro de
Ginebra, Doga, Akela, Grant y Pestus. Pero fue aclarado por el mago
de forma inmediata: el auténtico responsable de aquel engaño era
Florho, hermano de Palmyrus, que deseaba dar muerte al duque para
ocupar su lugar en el consejo de Robleda. Para ello, organizó su
simulado secuestro y el asesinato de su propio hermano.
Unos minutos de recuperación, dio
fuerzas al mago para organizar un plan ante aquella traición
familiar. Decidieron que Flandag y el grupo, irían en busca de
Palmyrus y acabar con Florho.
Pero al intentar salir de la fortaleza
del mago, fueron apresados por un grupo de orcos. Cayeron
inconscientes, no sin antes ver como Flandag conseguía escapar y,
con suerte, poder acabar con aquel montaje.
Off-rol: Por cierto, olvidé informar
que la primera de las aventuras del grupo se basa (con algunas
adaptaciones) en una de las dos aventuras propuestas en el manual de
La Marca del Este: “La torre de la ciénaga”. Esta siguiente
aventura, sigue la línea argumental de “Traición”. Así que si
tenéis intención de jugarla, mejor leer la crónica de
refilón...hay spoilers!
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