Tras recuperar el Libro de Saredum, que les ayudaría a bendecir el cementerio del templo de la orden de Maredon (encargo que les había pedido anteriormente el espectro de un monje), los aventureros volvieron al lugar santo para realizar la bendición y liberar a las almas en pena. Pero nuevamente, un pequeño grupo de necrófagos les obstaculizaba el camino. Tras un encuentro rápido y eficiente, los paladines del grupo realizaron su cometido santo.
Era momento de continuar con la exploración del templo, sabiendo cada vez más que lo que les esperaba en los pisos superiores del edificio era un peligro que nunca antes habían conocido.
Inspeccionaron la segunda planta sin mayor peligro que el de alguna trampa y poco más. Eso sí, obteniendo alguna moneda de oro y la valuosa reliquia Valasin, un medallón que parecia ofrecer a su portador ciertas dotes para el combate contra los demonios.
Al subir a la azotea, el terror se les hizo presente: un enorme demonio del abismo les esperaba, poniendo frena en su avance hacia la puerta que daba acceso al responsable de todo aquel dolor y destrucción.
Poco hacian la armas de los mercenarios contra la dura protección de la criatura. En cambio, los ataques de fuego del demonio, causaban estragos en la salud del grupo. Mala fortuna tuvieron al observar como Niobe caia bajo el influjo del conjuro "causar miedo", dejando al paladín atemorizado durante unos minutos.
Pestus fue la sorpresa del combate, el cual atacaba al enemigo para después camuflarse entre las esculturas de la azotea. El pequeño halfling conseguia herir al demonio, dando nuevas esperanzas de victoria a sus compañeros.
Animados de nuevo, unieron de nuevo sus armas para enfrentarse a la criatura demoníaca...y consiguiendo una trabajada victoria.
Pero el descanso no daba lugar en aquella situación, ya que un nuevo peligro les aguardaba al traspasar una de las puertas de la azotea. Dos enormes golems de carne, hacian guardia frente a lo que parecía la última de las salas. Su misión era clara: no dejar pasar a nadie...asi se lo habían ordenado su señor.
Esta vez el encuentro no fue tan complicado y agotador. Buenas estrategias de combate, consiguieron que los golems no crearan muchos problemas antes de caer sin vida.
Era momento de abrir la puerta y enfrentarse al último y más peligros de los peligros.
Estaban preparados o aquellos solo era el prólogo a una dolorosa muerte?
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