domingo, 18 de enero de 2015

MALUS KAGONTÓ Y LA ESPADA "MARDITA" #1

Hará ya unos 5 años que inicié mis andaduras roleras por Comunidad Umbría. En estos años he jugado partidas de todo tipo: interesantes, algunas que no tanto, otras de largo recorrido, otras que se acabaron a media aventura, otras que ni tan solo comenzaron... Pero mi valoración es más que positiva si lo que te gusta son los juegos de rol y escribir.
Hace unos meses, se me metió en la cabeza la idea de dirigir mi primera partida en la Comunidad. Tenía claro el ritmo de postea que quería (“bajo”, es decir, 1 post por semana) y la temática (fantasía medieval, pero con mucho cachondeo). En lo que tenia dudas era en el sistema de juego y los jugadores, esto último muy importante.
En alguna de las partidas que juego, coincido con gente “mú maja” que eran ideales para la aventura que tenia en mente. Viendo que se animaron con bastante rapidez, me puse manos a la obra y comencé a organizar la partida.
Tengo una historia que había dirigido en mesa e intentado, sin demasiado fortuna, hacerlo por foro (la página se dio de baja).
Esta vez, lo intento de nuevo con la esperanza de que la acabemos y, sobretodo, que los jugadores disfruten de la aventura.

He decidido ir colgando, de forma íntegra, los post de la partida para que se pueda seguir sin necesidad de entrar en Umbría. No haré retoques ni adaptaciones de texto, simplemente “copiar y pegar”.
La entradas de los jugadores, vendrán encabezadas con su nombre para tener claro de quién és el post de partida.

Pues nada más, que espero que os guste y que os enganchéis a la partida. Aquí estaremos!

MALUS KAGONTÓ Y LA ESPADA  "MARDITA"


MEME-OH-TOHA
Capital de Reinos Recordados

La ciudad de Meme-Oh-Toha seguía una estructura urbanística bien organizada, acorde con la importancia de su situación dentro de los territorios de Reinos Recordados.
Situada en la cumbre de una pequeña colina, se podía admirar la belleza de sus edificios desde cualquier punto del territorio mas cercano a la capital.
Los viajeros y comerciantes que se dirigían a la urbe, no dejaban de maravillarse de las enormes y seguras murallas de defensa, las blancura de los edificios y las elevadas torres del palacio, donde vivía el máximo dirigente de Reinos Recordados: el honorable paladín Armando Jaleo Of Balls.

La ciudad se estructuraba en tres grandes núcleos de población, cada uno rodeando al siguiente.
En la parte mas alta de Meme-Oh-Toha se podía encontrar el palacio del monarca, el Centro de Sabiduría donde albergaba a los mas grandes magos y hechiceros del reino, el enigmático oráculo Tolosé y la residencia de los muchos nobles que vivían en la cuidad.
A continuación, y rodeando a esta parte de la capital, un gran anillo de edificios que daban cobijo a comerciantes, artesanos, trabajadores, etc., que formaban el núcleo de vasallaje de la ciudad. Aquí era donde vivían el mayor punto de habitantes de Meme-Oh-Toha, junto con la academia militar de aquellos reinos.
Por último, se extendía otro gran anillo de edificios entorno al anterior, pero éste con una presencia menos agradable. En esta última parte de la ciudad, junto a la muralla final que limitaba a toda la capital, se encontraban los bajos fondos de la ciudad. Esta zona era lugar de reunión de las personas non-gratas de la cuidad: ladrones, jugadores, borrachines, fulanas, asesinos a sueldo..., una extensa colección de personajes con oscuras intenciones y vicios. Era aquí donde se encontraban las tabernas, posadas y burdeles de peor reputación de la ciudad.


De entre estos locales, era conocido por todos “La Muñeca Chochona”, ya que se decía que servían la peor cerveza de la capital. Aún así, siempre estaba a rebosar de clientela y sus pechugonas camareras nunca detenían sus idas y venidas para servir las enormes jarras de cerveza por todas las mesas del local.
Aquella noche había una excitación especial en el ambiente. Era la vigilia de la festividad de “La recolección del cardo borriquero y el cebollino calentorro” y la clientela se había multiplicado por dos.
Muchos eran los que habían llegado a Meme-Oh-Toha para celebrar aquella fiesta anual, pero también utilizaban la celebración como excusa para calmar su curiosidad y visitar el famoso local de la “La Muñeca Chochona”.


Al entrar al local la visión era impactante. La gran sala albergaba multitud de clientes de diferentes razas, sexos y clases. En el lateral derecho, un enjambre de mesas era lugar de encuentro de jugadores que apostaban sus pocas pertenencias a los dados, empedernidos bebedores que una tras otra dejaban en dique seco sus jarras de cerveza y un grupo de abuelitas que, nadie sabía como y ni porqué, se encontraban siempre en la misma mesa, con su leche con galletas y un interminable cuchicheo sobre todo aquel que entrara en el local.
Todo este barullo de clientes, estaban acompañados por un abanico de “señoritas de compañía” que intentaban ganarse alguna moneda ofreciendo sus servicios. Y el abanico de posibilidades era “muy” amplio: desde bellas muchachas de firmes pechos y cintura sinuosa a maduras mujeres con carnes fláccidas y dentaduras inexistentes.

En la parte izquierda del local se encontraba la gran barra de “La Muñeca Chochona”. Allí era donde el ajetreo era mas intenso: gritos, empujones, bebidas voladoras, borrachos inaguantables que abrazaban a cualquier criatura que encontraran en su camino para decirle, con aliento vomitivo, aquello de “Tu edes mi mejod amigo!”. Y un ejército de camareras que no dejaban de bailar de un lugar a otro para dar a vasto a todas las demandas de los clientes.
En el fondo del local, un gran fuego caldeaba el ambiente y era lugar de cocina del único plato que se podía degustar en aquella posada: conejo asado con guarnición sorpresa. Ha de decirse que aquel plato no era un manjar demasiado exquisito y se decía que el conejo era de dudosa procedencia. Lo que era seguro era que por la zona no se había visto ningún gato en muchos años. Lo de la guarnición sorpresa... la sorpresa era si encontrabas la guarnición!
Al lado del fuego se alzaba un escenario donde cada noche había una espectacular actuación. Todos recuerdan cuando Tontok, en semiorco, quiso demostrar que era capaz de cortar una manzana de un solo tajo de su hacha. El problema era que la manzana estaba sobre la cabeza de su compañero, y lo que cortó no fue bien bien la manzana.
Aquella noche actuaban las hermanas Svelenkav, dos gemelas contorsionistas de 150 kilos de peso cada una, conocidas por su fantástico número final donde escogían a un voluntario del público para que las recogiera al vuelo, a las dos, después de realizar imposibles piruetas desde una altura de cinco metros.


Pero lo mas imponente de “La Muñeca Chochona” era su propietario. Situado en una de las esquinas del fondo de la posada, en una butaca alzada a un par de metros del suelo, se encontraba Rumick Aquínosefía. Este enano de rudos modales, carácter gruñón y voz gutural, había construido la posada desde la nada y consideraba aquel su único reino y él, su rey.
La butaca estaba adornada a modo de trono: pieles de animales que hacían mas cómodo el aposento, un gran barril donde llenaba su brillante jarra con la cerveza de su local, regalos que ofrecían los clientes de la posada, un par de enanas mulatas que masajeaban los pies de Rumick... Pero lo que llamaba mas la atención era el enorme garrote que el enano utilizaba para llevar a la práctica el honor de su apellido, en caso que algún cliente no efectuara el pago de su consumición.

El ambiente era el típico antes de una gran fiesta como la de “La recolección del cardo borriquero y el cebollino calentorro” y las entradas y salidas de la posada eran constantes.

Sin llamar la atención al resto de clientela, menos a las abuelitas de la leche con galletas, un nuevo cliente entró en el local.

TERNEY SKYPIE

¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que empecé esta nueva aventura? ¿Cinco minutos, Cinco años, Cinco Lustros, Cinco Siglos, Cinco Milenios? No lo sé, no lo sé. He perdido la cuenta. ¡Incluso la numeración de mis capítulos! ¿Cómo puedo tener semejante cabeza? ¿Acaso beber tanto me ha proporcionado una pérdida incontrolable de inteligencia? No, no puede ser. Recuerdo haber lanzado los dados y los resultados eran bastante favorecedores. ¡Por encima de la media pirata! ¡Chúpate esa, bizcocho! ¿Y dónde se habrán metido mis compañeros?
Está bien, está bien. Trataré de recordar y quizá empezaré por el principio. Y por principio no me refiero a la creación de la luz y la oscuridad, ni siquiera a mis primeros pasos y primeros trayectos. Eso ya lo especifiqué en el apartado de "Historias y desventuras", por lo que no me repetiré. Podría hacerlo, pero no merece la pena… aunque, ¿quién sabe?
Si mi memoria no me falla diría que todo empezó cuando pisé tierra por primera vez, desde que vi volar por los aires- qué dolor recordarlo- el Diamante Blanco.
Capítulo X - Terney vuelve a las andadas.
Mis primeros pensamientos eran de preocupación por mi querido capitán. La explosión nos había hecho volar literalmente, incluso me apreció que Hack Espárrago planeaba agitando los brazos cual pájaro. Traté de emularlo, pero lo único que conseguí fue caer al agua, con la mala suerte de golpearme en la cabeza, quedar inconsciente y morirme ahogado. Ese fue el final trágico de Terney… Espera no… eso no es lo que sucedió. Borrad eso de vuestras mentes.
Es cierto que me golpeé en la cabeza, pero no morí, por fortuna. Mis brazos se quedaron abrazados al tablón de madera y mi cabeza reposaba sobre ella. Cuando desperté, me encontraba sólo. Sin navío, sin compañeros. Sólo yo, una moneda agujereada, un papel con una caña para escribir y tinta.
No sé cuántos días pasé en ese estado, sin apenas comer nada, ni beber agua potable. He de reconocer que cuando le pillabas el gusto al agua marina, la sed parecía remitir. Pero no voy a aburriros sobre el tiempo que pasé a flote, ni cómo mantuve una relación con un pez de dientes afilados. Al cabo de algún tiempo , las corrientes marinas me llevaron cerca de la costa y yo, deseoso de poder pisar, nadé como nunca antes lo había hecho.
Maldije una y otra vez al rey de los mares y a sus vigilantes por no haberme rescatado. Y lo sigo haciendo: ¡tuve que salvarme yo mismo! Qué afrenta fue aquella, a mi, Terney Skypie, hijo de Ugh y de Bilba. Me voy a calmar o me iré por las ramas.
No tenía nada y debía empezar de cero. Con muchas cosas en mente- pergaminos modernos, Soy Hack, capitán Hack Espárago, Seguro dental, pergaminos modernos, Lisa necesita un aparato, Te encontraré Terney Skypie no hay tierra suficiente para ocultarte de mi, Seguro dental, Pergaminos modernos, Lisa necesita un aparato- me dispuse a emprender un nuevo rumbo. Necesitaba oro y tripulación. Ah, y un nuevo navío.
El tiempo que anduve por aquí y por allá me reportó la cifra de 100 monedas de oro. ¡100! Miseria para mi, suficiente para comprar algunos enseres que quizá me resultarían útiles. Tras muchas vueltas dadas, de algún modo acabé en la capital Meme-loh-kahtoh o algo así, en dirección a los fondos bajos. Resulta que era algún tipo de festividad y la taberna a la que me dirigía estaba llena.
Debido a la cantidad de gente, prefería no mirar a ningún sitio concreto. Me dirigí a la barra, quería beber. Tras esperar unos minutos para se abriese un hueco, me senté en la primera silla que vi libre (¡todo un milagro!).

-Hola, Soy Terney Skypie, gran pirata, mejor persona. Mi garganta está seca y quisiera un vaso de grog o de cerveza.

VOLSTAGG

Por fin, tras años y años de búsqueda infructuosa estaba en la senda correcta. Por fin había dado con la pista adecuada. Esta vez si, un pálpito me decía que esta era la buena. Si ya se que dije lo mismo cuando aquel borracho me dijo que había visto una señal en la madre de una botella de sihdra. O cuando aquel adivino de tres al cuarto me dijo que había tenido una visión y que lo que yo buscaba estaba a mil millas en dirección sur desde donde el se encontraba. O cuando seguí durante meses aquel mapa que me regalaron con el periódico de Bilbali. O cuando... bueno que más da las veces anteriores, esta vez lo notaba en mis huesos, iba a ser la buena. O reuma, pero estaba seguro de que iba a ser lo primero.
Así que henchido de confianza, y de las flatulencias causadas por unos bastante poco satisfactorios buñuelos que compré en un puesto cerca de la entrada de la ciudad, entré en “La Muñeca Chochona” para refrescar el gaznate y para ver donde me llevaba mi suerte en mi rumbo para encontrar aquello que estaba destinado a paladear.
Con una velocidad inusitada para alguien con el cuerpo tan grande, pero son muchos años de práctica en el noble arte de “abrirse camino hasta una barra en una taberna hasta las narices de gente”, conseguí llegar hasta la barra y con una voz que yo consideraba normal pero que cualquier otra persona llamaría “berrido gutural capaz de reventar tímpanos sensibles” me dirigí a una de las camareras.  

-Buena, bella y gentil dama, ¡regocijaos pues el noble y poderoso Volstagg ya llego para alumbrar la oscuridad de está buena taberna! ¡Servidme cuando podáis una buena jarra de cerveza y una ración de la que sea vuestra vianda más exquisita, pues el gran héroe sufre de los dos peores males que un hombre puede padecer: ¡la sed y el hambre!

KADISSE

''Anda que ya está bien, pues no queda esto lejos ni ná''
Había llegado a la capital y tuve que pasearme durante un par de horas para llegar a ''La Muñeca Chochona'', no sin antes porsupuesto haberme dado un garbeo por los ''barrios ricos'' y haber ejercido mi no tan noble profesion. Pues mucho oro y mucho ''yo soy mejor que tú'' pero en los bolsillos calderilla los mamones.
Cuando llego a La Muñeca Chochona se me iluminan los ojitos: barullo, borrachos y mucho, mucho dinero que ''coger prestado''. Entro sin llamar mucho la atención y voy directa al tumulto mas gordo que vea, donde la gente esté mas junta y tengan menos probabilidades de percatarse de que algo está metiendo la mano en sus bolsillos, y una vez haya cogido lo suficiente para satisfacer mis truculentas necesidades monetarias me dirijo a la barra con brío y con salero.

-Por favooooooooor!- digo levantando la mano con una sonrisa de oreja a oreja -Puede ponerme algo fresco con lo que llenarme el gaznate y que no sepa a esputo de troll?

KRUGG YONWIN-KITRIK

¡Me cago en todos los dioses del Panteón! ¡Tenía que llegar a la posada en un día festivo, con lo que yo odio a la gente! ¡La madre que me parió!
Con tan bellos, delicados y hermosos pensamientos me adentro en la posada, "La muñeca chochona". Espero que al menos haga honor a su hombre y me encuentre a una dama que responda a tan precisa descripción -y que esté borracha/desesperada/despechada/sea ciega, para que no me rechace al primer avance...

-¡Por todos los brontosaurios del mundo, eso sí que es una proa y no la del Tontanic!- digo, regocijándome ante la exquisita visión de las bien dotadas camareras de la atiborrada taberna. Teóricamente debería ocuparme en buscar a mi tío, que es a quien he venido a buscar, pero algo -o mejor dicho, dos "algos"- me hacen dirigirme a la barra y optar primero por hablar con una de aquellas refinadas damas.

-¡Una jarra de hidromiel! Pero que sea hidromiel de verdad, no meado de brontosaurio, ¿me has oído, pechuguina?- exijo con mi educado tono natural- ¡Y rapidito, que no tengo todo el día! Aunque para tí, tengo toda la noche, potranca.

Aprovecho la espera para contemplar al resto de impresentables de la barra. Un humanoide rubio, una humanoide morena...
"¡La madre que los parió! ¡Mira que son feos los humanos, pardiez! Esmirriados como yo, sino más, y aún más barbilampiños. Si esta moza ni siquiera tiene barba... En mi barrio se descojonarían de ellos, sin duda"
Entonces mi mirada se posa en un excelso ser de luengas barbas rojizas, un enano robusto -por no decir gordísimo- que acaba de solicitar una bebida. Al momento, al verlo, siento cómo mi rostro torna ceñudo en una mueca de disgusto, mientras inconscientemente me llevo la mano a la barbilla, toqueteando mi pelona cara mientras contemplo aquellas gozosas barbotas con envidia.
Me giro, altanero, y dirijo la vista a la camarera, furioso por no ser capaz de alejarme de los puñeteros enanos pelirrojos y presuntuosos ni marchándome a tomar por el saco de distancia de mi cueva. ¡Cómo los odio!
Para evitar que la incomodidad se apodere de mí, así como las ganas de raparlo al cero, me dirijo al resto de los presentes en la barra y, en un grañido que pretendía que sonara más amable de lo que en realidad ha sonado, les hago una pregunta:

-Soy Krugg Yonwyn-Kitrik, enano de la ciudad subterránea de Kawentoloquesemenea. ¿Alguien sabe dónde puedo encontrar a Rumik Aquinosefía? 


CONTINUARÁ... 

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