Que no haya actualizado el blog durante las vacaciones de navidad, tiene una razón: la navidad misma!
Aquí tenéis mis razones...
No
me gusta la navidad.
Estoy
de acuerdo en todo ese rollo de ser felices y mejores personas, las
lucecitas que adornan las calles, los días de fiesta sin ir a
trabajar, que hagan pelis infantiles por la tele, la posibilidad de
poder echarte la siesta relajadamente, la llegada de los reyes, etc.
Pero
continua sin gustarme la navidad.
Para
comenzar: no me gusta comprar. Y en navidad, o compras o no eres
nadie! Es como tener o no tener facebook, según un amigo mío.
En
estas fechas (tan señaladas...por el Corte Inglés), te pasas el día
comprando: que si el regalo del amigo invisible, que si la comida de
Nochegüena, que si los regalitos del Tió, que si la nueva
decoración del pesebre, que si los regalos de reyes (mega spoiler
infantil, cágate lorito!), que si las uvas de fin de año (ese
problema no lo tuvieron en Canal Sur, oye), que si esto, que si lo
otro... Joder, tol día gastando!
Se han pulido el sueldo y la paga extra en compras... y aún se ríen!!
A
mi todo eso de entrar en una tienda, tener que buscar, hacer cola,
pagar...me pone de mala leche! Y que conste que lo evito a toda
costa, pero en navidad es imposible.
Mi
mujer, al llegar diciembre, ya comienza con las listas de regalos.
“Los nenes, tu madre, la mía, el cuñao, los primos, tu
hermana...”. Cuando la veo con el papelito... ya tiemblo, nene!
El
otro palo es la familia. Esas obligaciones de compartir “momentos
inolvidables” con miembros de tu familia con los que no tienes nada
en común...es una gozada, vamos! Llega la Nochegüena, llegamos a
casa de mi madre (lugar fijo para reunir a tanta gente) y llega esa
tanda de preguntas fijas de cada año: como va el trabajo? Y el cole
de los niños? Aún haces aquello? Y lo otro? Yo, con lo mismo...
No
es que no sea familiar, pero lo soy con los más cercanos. Y con eso
tengo suficiente y me sobra.
Porqué
en estas situaciones se mezclan dos handicaps negativos: familia con
la que no tienes mucha relación y la obligación de ir a una
cena/comida/loquesea a la que no tienes muchas ganas de ir.
Sabéis
aquella sensación de “con lo bien que estaría en casa, en pijama,
comiendo cualquier chorrada, espatarrado en el sofá con los peques,
viendo alguna película divertida”?..., pues esa sensación.
MENTIRA!!
Y
esas comidas que nunca se acaban? Amigos, que a mi me gusta comer,
pero estos días es pasarse tres pueblos!
Comienzas
con el pica-pica (o aperitivo, según se diga), el primero, el
segundo, los postres, las pastitas del café, los turrones, los
polvorones, algo más “que te veo desganao”, que si “ya que
estamos hacemos merienda”, un licorcito para hacerlo bajar, pero
unas galletas que son muy buenas, que si “os quedáis a cenar”...y
que se acabe el mundo que yo tengo el estómago “explotao”,
cagontó!
Entre
que no tienes tiempo de quemar en el gimnasio y lo que te zampas en 4
días, acabas barrilete barrilete.
Que
no me gusta la navidad. Y si la cosa va bien, el año que viene nos
pasamos estos días en algún otro lugar, alejados de casa, la
familia y las obligaciones. Digo!
Ah, y feliz 2015!
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