domingo, 6 de mayo de 2012

PELIGROSA INOCENCIA (sesión III)


El dilema sobre qué hacer en aquella situación, fue despejado por Gork. El enano sentía las ataduras de una férrea amistad con la kender y se sentía con la obligación de ir tras ella para protegerla de los peligros de la caverna. Así pues, se lanzó tras Kibana por aquel túnel resbaladizo.
Tras unos metros de terreno húmedo e inclinado, resbalando sin freno, volaron unos metros para caer en un oscuro pozo sin salida. Solo Gork podía ver en aquel lugar e intentada tranquilizar a su amiga, buscando a su vez una manera de salir de allí.

Mientras, Siete y Arquen, presenciaban la llegada de un nuevo grupo de kuo-taos, alertados por los gritos provocados por la pequeña y curiosa miembro del grupo. Era momento de aprovechar las habilidades para el combate del salvaje Mörd, que aún esperaba en el exterior.
Saliendo fuera y preparados para un ataque sorpresa, el tiflin, la semi-elfa y el semi-orco, acabaron con los dos hombres-rana en pocos segundos, no sin antes observar como una tercera criatura se lanzaba por el túnel resbaladizo en busca de Gork y Kibana.

Para el enano y la kender, fue muy complicado hacer frente a un kuo-toa en aquellas circunstancias. Trabajo tenían para mantenerse a flote, y ademas debían esquivar y atacar en la oscuridad a su enemigo. Pero un par de buenos ataques, junto con una buena táctica en pareja, consiguieron que el contrincante malherido, huyera por algún lugar del pozo. Gork supo, al instante, que debía de haber alguna salida bajo agua para escapar de aquel lugar. 

Tras buscar, el enano encontró un pequeño túnel que llevaba a un pasadizo libre de agua. Cuando volvía a por Kibana, escuchó las voces de sus compañeros que planteaban como actuar: continuar la exploración de la cueva por separado o lanzarse al pozo para unirse todo el grupo de nuevo. Finalmente, todos acabaron en el agua, pasando por el pasadizo subterráneo, siguiendo el camino de Gork y Kibana.

Siguiendo los rastros de sangre del kuo-toa huido, el grupo encontró una pequeña sala donde brillaban unas misteriosos hongos y el primer grupo de minerales para poder conseguir el “polvo de retorno” para Duna.
Tras coger parte del mineral, y algunos hongos que Kibana reconoció como útiles para producir alguna poción sanadora y de karma, continuaron la exploración del lugar, esta vez buscando la salida.
Pasaron por una puerta, en la que se escuchaban unos gruñidos inquietantes. La deducción era compartida por todos: tras ella, estaba el peligroso troll. Precavidamente, decidieron continuar sin hacer frente a aquella criatura que, muy posiblemente, provocaría demasiados problemas al grupo.


Y no eran los únicos, ya que siguiendo el reguero de sangre del hombre-rana, llegaron a una nueva sala, en la que encontraron de nuevo al kuo-toa herido. Este, estaba enfrente de una puerta y parecía que evitaba traspasarla. Qué peligros acechaban en el otro lado, que la criatura no se atrevía a traspasar la puerta?

En un acto medido, y algo de intimidación, consiguieron hacer entender a la criatura que la dejarían con vida si les indicaba la salida. Sospechosamente, el kuo-toa les indicó la puerta. Haciendo muestra de gran paciencia, Arquen, consiguió entender que las dos posibles salidas eran por un lado la sala del troll y por el otro, aquella puerta, que escondía algo peligroso. Qué hacer?
El grupo acordó dirigirse a la puerta desconocida y evitar el salvaje troll. Descubrieron una sala repleta de restos y cadáveres, descuartizados y amontonados en montañas aquí y allá de la enorme sala. Un enorme ciempiés custodiaba aquel lugar y ponía, de nuevo, en un aprieto a los miembros del grupo.
Nuevamente, y por extraño que parezca, el grupo decidió correr en busca de la salida, evitando la confrontación directa con el gigantesco insecto. Las ganzuás de los miembros más diestros del grupo, fueron de gran utilidad al abrir la puerta que frenaba la escapada de los aventureros.
Ya en el exterior, se dirigieron de nuevo a Höegel para llevar a Martin el curandero, el mineral que devolvería a Duna a la consciencia.
Al llegar al poblado, misteriosamente no fueron recibidos por Dungrer, si no por Sila, la hija mayor del jefe del clan de los Cazadores Blancos.
La chica explicó que algo había sucedido en la casa del líder del clan, ya que toda la familia de Duna había enloquecido y actuaban de forma agresiva. Sila, que por fortuna ya no vivía en la casa de sus padres, pudo informar a Gork y sus compañeros que unas sospechosas palabras eran repetidas por sus padres y hermanos. Palabras que decían:

“Del destino encerrado en la botella,
Lilith conseguirá liberar la perdición”

Dungrer, su mujer Sara, Ot y Brock, estaban en la casa junto con Duna. La cabaña estaba custodiada por cazadores del poblado.
Tras unos largos minutos de como actuar en aquella comprometida situación, ya que nadie quería herir a los miembros de la familia de Duna, optaron por una táctica bien simple: buscar, reducir por medio de la fuerza pero sin armas, y sacar de la casa a los miembros de la familia amiga del enano.
Uno a uno, consiguieron encontrar a Dungrer y los otros familiares, no sin recibir alguna herida y evitando provocarles daño. Por fin, en el subterráneo de la casa, encontraron a Dungrer, fuera de sí, protegiendo a Duna.
Gork pasó difíciles momentos al tener de hacer frente a los que le habían acogido en más de una ocasión, pero la situación cada vez se tornaba más misteriosa y desconcertante.

Una vez fuera de la casa, los miembros de la familia continuaban inconscientes, pero mucho más tranquilos y calmados. Martin consiguió aplicar el “polvo de retorno” a Duna, sin conseguir ningún cambio en la muchacha. Nada podía hacer el curandero en aquella situación... Únicamente, comunicó al grupo, existía la posibilidad de trasladar a Duna al Templo Sanador de Caannan, donde unas hermanas sanadoras podrían devolver a la chica al mundo real.

Pero era tarde para iniciar el viaje. Todos decidieron descansar aquella noche y viajar hacia el templo al día siguiente.
Siete, el tiflin, se ofreció voluntario para vigilar a Duna durante la noche, no sin tener a Gork bien cerca. El enano, tras confirmar la recuperación de Dungrer y familia, volvió a la casa para tranquilizar su alma atormentado por lo que estaba sucediendo. El resto de componentes del grupo, tuvieron todas las comodidades para descansar y preparar en total condiciones el viaje que les esperaba.

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