miércoles, 14 de noviembre de 2012

LA LLEGADA DE SINH (sesión VIII)

Tras vencer a los monjes guardianes del templo, Kairon, Pijus y Artanis intentaron sin fortuna abrir la puerta que les llevaría al lugar donde sus compañeras se enfrentaban al trío de monjes fanáticos.
Sigilo y Akane, consiguieron acabar con 2 de los 3 monjes. Este último, en un intento de escapar de una muerte segura, abrió la puerta que el resto de mercenarios estaban intentando forzar. Aquello no había sido una buena opción, ya que se lanzó de cabeza a una muerte segura.
Tras revisar la sala de oración de los monjes, pudieron apoderarse de alguna pócima de curación y karma, y algún que otro objeto de valor. Pero debían continuar su exploración del edificio...
En la única puerta de salida que existía, llegaron a escuchar un sonido parecido al aleteo de una gran criatura. Pero aquel ruido no mermó las voluntad de los mercenarios por conseguir la tercera de las piedras de poder y se internaron en la sala sin dudarlo ni un segundo.
Al llegar a ella, descubrieron lo que les esperaba: un enorme gólem de carne, barraba la puerta de salida de aquella enorme habitación. Pero aquel no era el mayor de sus males, ya que una sombra de muerte volaba por encima de sus cabezas: una quimera les vigilaba desde la altura de aquel espacioso salón.

 
Además, para dificultar más las acciones de los aventureros, estos descubrieron que la sala estaba envuelta en una especie de atmósfera que impedía utilizar conjuros mágicos. Si querían salir de allí con vida, deberían utilizar sus armas naturales.
Era momento de utilizar arcos, espadones, bastones, granadas...lo que fuera para acabar con el enemigo...y no era tarea fácil. La fuerza descomunal del gólem, junto con el ataque combinado de las tres cabezas de la quimera (león, dragón y carnero), no era en absoluto tranquilizadoras. Solo los buenos ataques de los miembros del grupo, junto con la fortuna al esquivar el triple ataque de la quimera o el abrazo poderoso del ser de carne, dieron su fruto: una victoria merecida de los aventureros. Además de conseguir una extraña piedra, de origen albhed, que funcionaba como desinhibidora mágica. 

Al traspasar la puerta que guardaba el gólem, el grupo descubrió una sala cubierta por agua turbia. En las profundidades, podían apreciar la existencia de la tercera piedra de poder. Pero aquellas aguas solo escondían muerte... fueron precavidos, lanzando el cuerpo del gólem de carne, consiguiendo que parte del veneno que existía en el líquido, fuera absorbido por aquella criatura sin vida. Fue Sigilo quién se lanzó al agua para recoger la piedra, no sin recibir alguna que otra herida ácida del agua.
Era momento de volver al pueblo, descansar y salir cuanto antes del lugar... los guados podían volver a por ellos.
Se dirigieron a tierras de los ronso, raza orgullosa donde las haya, caminando durante unos días en terrenos montañosos. Sin saber como, el grupo se vio rodeado por estos guerreros felinos, que vigilaban sus movimientos en todo momento.
En un pequeño claro del camino, el líder de los ronso se presentó frente a los guardianes de Yuna, exigiendo una prueba de valor para pode continuar el camino por sus tierras. Artenis debería enfrentarse en duelo a un Moffu, una criatura enorme y salvaje. Poco podía hacer la guardiana humana frente a aquel animal descomunal.

Pero la muestra de compromiso, honor y valentía por parte de la gran mayoría de miembros del grupo, convenció a los ronso y facilitaron a la comitiva de Yuna, el continuar con su camino. En lo alto de la montaña, les esperaba Sirkal “El primero de los guardianes” ronso, guardián de la cuarta y última de las piedras de poder.
En su conversación, los aventureros descubren el oscuro futuro que les espera: Sinh es indestructible, solo pueden conseguir que su presencia en Spyra desaparezca durante unos centenares de años...pero volverá. Lo peor de aquella situación es que para que puedan acabar con él, Sinh debe entrar en el cuerpo de una criatura con la única ayuda de las piedras de poder. Una vez en el interior de una persona, y solo con la muerte de aquella persona, Sinh morirá.
Los rostros de los protectores de Yuna eran de una tristeza rotunda: ahora entendían el cometido de la niña...ella debería ser el receptáculo donde Sinh debía entrar y a quién deberían matar una vez realizado el ritual.
Una dura y dolorosa misión, no cabe duda...

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