domingo, 19 de octubre de 2014

LA HORDA DE LA MANO ROJA (sesión IX y X)


El viaje hasta Puapáramo fue rápido, gracias a la ayuda de los elfos Tiri Kitor y sus búhos gigantes, pero igualmente abrumador por el paisaje que habían visto durante el trayecto.
Buena parte del Valle de Elsir, sobretodo la zona de Transbordador de Drellin, había sucumbido al feroz avance de la Horda, dejando tras de sí un rastro de muerte, destrucción y desesperanza.
Pero la misión de los aventureros era precisamente evitar que aquel dolor fuera a más. Y eso solo se podría conseguir con la ayuda del Señor Espectral.

Tras aterrizar y explorar la zona semi-desértica, descubrieron la entrada a la guarida del liche. Parecía que unas formas incorpóreas, muy similares a leones, volaban de aquí para allí vigilando el lugar.
El grupo valoró aquella situación y decidió adentrarse en el lugar en total alerta. Avanzaron poco a poco, y temerosos de como actuarían aquellas criaturas fantasmales. Pero, incomprensiblemente para ellos, no fueron atacados en ningún momento...y eso los llegó a intrigar en demasía.

El templo del Señor Espectral, mostraba la inquietante forma de un enorme león tallado en piedra, ofreciendo dos posibles entradas: una entre sus patas delanteras y otra en la boca del león pétreo.

Wong escaló para descubrir una sala que hacía funciones de balcón de vigilancia, pero el pequeño monje decidió que lo más sensato sería entrar en la guarida todos juntos.
El resto del grupo optó por la entrada principal, descubriendo que una peligrosa criatura hacia guardia en ella: un behir semi-infernal.

El aliento electro de la bestia daño considerablemente a Kurgan, pero Artemisa estaba alerta con sus canalizaciones y el resto de grupo con dañar al enemigo poco a poco.
La fortuna no acompañaba a Nebin que, con sus ataques a distancia, no heria lo suficiente al behir. Pero la ayuda de unos y otros, fue suficiente para darle muerte y poder adentrarse en aquel edificio nada acogedor.
En la sala donde parecía que descansaba la bestia guardiana, no existía ni una sola puerta que diera acceso al interior del templo. Como entrarían en su interior? Esta vez, Nebin si que fue afortunado y encontró una puerta secreta, lugar por donde entraron al recinto del Señor Espectral.
En el pasillo secreto, dos leones espectrales les estaban esperando, aguardando la llegada de los aventureros y acabar con sus vidas. En dos grupos, vencieron a las dos bestias fantasmales sin demasiados problemas. Era momento de continuar...
Llegaron a una sala donde podían encontrar una escalera que llevaba al piso superior, posiblemente al balcón que había descubierto Wong (la boca del león) y un par de puertas. El sigilo era primordial, salvo que... Mirtha no era de aquellas mujeres de esperar en silencio!
Al intentar abrir una puerta, tropezó con una de las piedras del suelo, provocando un ruido enorme que puso en alerta a las fuerzas de la mano Roja que se encontraban en aquel lugar. Y no era un contingente cualquiera, sino que era la señora de las Sierpes Ulwai Invoca-tormentas en persona, junto con tres monjes trasgos y 2 clérigos.

Rápidamente los dos contingentes comenzaron a actuar: conjuros, ataques poderosos, pergaminos, hendeduras, flanqueos... Todo, de una forma u otra, era efectivo. Pero quién tenía un auténtico as en la manga era Artemisa que, con su muro de fuego provocó daños considerables en los monjes y los clérigos.
Ulwai, gracias a su bastón de tormentas, creaba rayos que descargaban su poder sobre alguno de los guerreros. Nebin, por ejemplo, tubo ciertos problemas con sus heridas, rozando la fina linea de la inconsciencia.
Cuando Kurgan y Mirtha eran implacables en sus ataques, descargando su furia contra el enemigo. Artemisa con sus canalizaciones y conjuros de ayuda. Nebin en los ataques furtivos. Wong en su lucha personal contra los de su misma clase.
Un combate épico que acabó de la mejor forma posible...para el grupo de aventureros.
Era momento de recuperarse un poco y volver a explorar el templo en busca del liche.

Aquella búsqueda les llevó a encontrar una sala de disección, un antiguo salón...y una enorme sala de iluminación amarillenta, de atmósfera inquietante y un extraño estanque de aguas de color amarillo en mitad de la habitación.
Al internarse en ella, descubrieron que uno de sus accesos daba paso a otra sala, esta más pequeña, con una esfera negra que parecía sostenerse en el aire por arte de magia.
Aquel lugar estaba envuelto por una aura arcana de amplio poder, no hacia falta tener conocimientos mágicos para ello, pero desconocían como actuar en aquel lugar.
No tuvieron demasiado tiempo para reflexionar sobre ello, ya que de varios de los nichos de las paredes, comenzaron a aparecer parte de las criaturas que el Señor Especral estaba creando para la Horda de la Mano Roja: Sorbehuesos, muertos vivientes sedientos de vida.

Una vez más, la buena organización de ataque del grupo, obtuvo el fruto deseado. Pero tenía una preocupante consecuencia: la salud del grupo comenzaba a disminuir, tenían pocas pociones sanadoras y las canalizaciones de la clérigo eran limitadas.
O finalizaban positivamente aquella misión o...morirían en el intento.

Tras acabar con los 6 sorbehuesos, inspeccionaron la sala nuevamente. Unos miraban los gravados de las paredes, otros el líquido amarillento del pebetero...y Kurgan decidió darle un fuerte golpe con su mandoble a la esfera de la pequeña sala. Resultado: el arma del semi-orco acabó hecha cenizas y un apabullante gritó sonó de las profundidades del templo.
Todos notaron que el ambiente comenzaba a ser más asfixiante, un sudor frió bañaba sus rostros y un ligero temblor se apoderaba de sus cuerpos. En segundos, vieron aparecer al mismísimo Seños Espectral lleno de furia por el ataque a su orbe de poder, su “corazón de león”.
Aquello era una muerte segura a salvo que...la filacteria!
Gracias a poseer el objeto robado por la Mano Roja al liche, el grupo pudo conseguir un trato con el Señor Espectral: solo debían retornar la filacteria a su lugar original dentro del templo, en caso contrario...Kurgan, como origen de su ira por el ataque al orbe, moriría sin remedio.
Así pues, el grupo con un miembro menos, continuó su viaje por las entrañas de la guarida.
Finalmente, y por suerte sin problema alguno, llegaron a una sala donde existía un enorme árbol de ramas y tronco seco. Era como si un árbol sin vida aparente, creciera en el interior del templo.
Inspeccionando, Wong observó que existía una hoquedad donde seguramente deberían dejar la filacteria.
Al intentarlo, un enorme león espectral los atacó, siendo este el último obstáculo para devolver la joya a su lugar de orígen.
Aún y la ausencia de Kurgan, vencieron al felino fantasmal y volvieron al estanque del renacimiento para cerrar el trato con el Señor Espectral.

Y así fue como recuperaron a Kurgan al grupo, evitaron que las fuerzas de no-muertos estuviera bajo las órdenes de la Horda y dieron un duro golpe a la fuerza enemiga.
Pero no había acabado todo en el Valle de Elsir: Brindol, la ciudad-fortaleza más importante de la zona, estaba en asedio. La Mano Roja estaba a punto de conseguir su objetivo y declararse vencedora de aquella macabra guerra.Aquella búsqueda les llevó a encontrar una sala de disección, un antiguo salón...y una enorme sala de iluminación amarillenta, de atmósfera inquietante y un extraño estanque de aguas de color amarillo en mitad de la habitación.
Al internarse en ella, descubrieron que uno de sus accesos daba paso a otra sala, esta más pequeña, con una esfera negra que parecía sostenerse en el aire por arte de magia.
Aquel lugar estaba envuelto por una aura arcana de amplio poder, no hacia falta tener conocimientos mágicos para ello, pero desconocían como actuar en aquel lugar.
No tuvieron demasiado tiempo para reflexionar sobre ello, ya que de varios de los nichos de las paredes, comenzaron a aparecer parte de las criaturas que el Señor Especral estaba creando para la Horda de la Mano Roja: Sorbehuesos, muertos vivientes sedientos de vida.

Una vez más, la buena organización de ataque del grupo, obtuvo el fruto deseado. Pero tenía una preocupante consecuencia: la salud del grupo comenzaba a disminuir, tenían pocas pociones sanadoras y las canalizaciones de la clérigo eran limitadas.
O finalizaban positivamente aquella misión o...morirían en el intento.

Tras acabar con los 6 sorbehuesos, inspeccionaron la sala nuevamente. Unos miraban los gravados de las paredes, otros el líquido amarillento del pebetero...y Kurgan decidió darle un fuerte golpe con su mandoble a la esfera de la pequeña sala. Resultado: el arma del semi-orco acabó hecha cenizas y un apabullante gritó sonó de las profundidades del templo.
Todos notaron que el ambiente comenzaba a ser más asfixiante, un sudor frió bañaba sus rostros y un ligero temblor se apoderaba de sus cuerpos. En segundos, vieron aparecer al mismísimo Seños Espectral lleno de furia por el ataque a su orbe de poder, su “corazón de león”.

Aquello era una muerte segura a salvo que...la filacteria!
Gracias a poseer el objeto robado por la Mano Roja al liche, el grupo pudo conseguir un trato con el Señor Espectral: solo debían retornar la filacteria a su lugar original dentro del templo, en caso contrario...Kurgan, como origen de su ira por el ataque al orbe, moriría sin remedio.
Así pues, el grupo con un miembro menos, continuó su viaje por las entrañas de la guarida.
Finalmente, y por suerte sin problema alguno, llegaron a una sala donde existía un enorme árbol de ramas y tronco seco. Era como si un árbol sin vida aparente, creciera en el interior del templo.
Inspeccionando, Wong observó que existía una hoquedad donde seguramente deberían dejar la filacteria.
Al intentarlo, un enorme león espectral los atacó, siendo este el último obstáculo para devolver la joya a su lugar de orígen.
Aún y la ausencia de Kurgan, vencieron al felino fantasmal y volvieron al estanque del renacimiento para cerrar el trato con el Señor Espectral.

Y así fue como recuperaron a Kurgan al grupo, evitaron que las fuerzas de no-muertos estuviera bajo las órdenes de la Horda y dieron un duro golpe a la fuerza enemiga.
Pero no había acabado todo en el Valle de Elsir: Brindol, la ciudad-fortaleza más importante de la zona, estaba en asedio. La Mano Roja estaba a punto de conseguir su objetivo y declararse vencedora de aquella macabra guerra.

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