viernes, 28 de mayo de 2010

EL DESTINO DE ALTEA (crónica nº2)

Tras el duro y peligroso combate contra los, hasta aquel momento, “héroes” de la ciudad de Ank-Mortor, el grupo de mercenarios fue tratado con todos los honores. Curas por parte de los mejores sanadores de la ciudad, descanso en amplias y cómodas camas adornadas con las mejores telas del país, comida y bebida en abundancia, jóvenes y bellas muchachas para complacer todos los placeres de los nuevos ídolos de la ciudad...

Pasados un par de días, el grupo fue llamado a visitar el palacio real para tener el honor de conocer en persona al mismísimo rey de Ank-Mortor, el Gran Harrison III “el Buenazo”.


El palacio era conocido por su esbelta y hermosa estructura de mármol blanco, con amplios ventanales de mil y un cristal de color, que iluminaban y daban vida al interior de cada estancia del castillo.

Al llegar a la sala del trono, quedaron asombrados por la sola presencia del rey. No por su físico impresionante, no por su facilidad para el discurso y la palabra, no por sus movimientos seguros y firmes, sino por... estar borracho!

Aquel hombre ya llevaba unas cuantas copas de mas, por lo que pudieron constatar los miembros del grupo, ya que presentaba dificultad para articular palabras, cayendo en redondo después de saludar al último de los guerreros vencedores del torneo.

El relevo ceremonial de aquel encuentro fue a cargo de Axioma, el consejero real, un hombre tan alto como carente de simpatía. Fue Axioma quién les explicó la razón de su visita a palacio.


-La hija de nuestro...ehem...rey, la princesa Altea, será tomada en matrimonio concertado por el monarca de nuestro país vecino, el excelentísimo Creatius. Vuestra misión es bien simple: guardar la seguridad de Altea en su camino hacia el castillo de Creatius.


El trabajo parecía, a primera vista, algo sencillo. Casi todos los miembros del grupo estaban de acuerdo en aceptar la protección de la princesa por el módico precio de 5.000 monedas de oro. Solo el desconfiado Trygg dudaba de la misión al encontrar ciertos pormenores “misteriosos” en todo aquel asunto. Una comitiva mas numerosa no sería mas segura para la princesa? Alguien se oponía a aquel enlace matrimonial entre aquellos países vecinos? Qué pensaba la princesa en todo aquel asunto?


Tras comentarlo con sus nuevos compañeros, nació en Kratos May un sentimiento parecido a la sospecha de Trygg. Eso fue el detonante de ciertas “clausulas” en el trabajo que llevarían a cabo junto a Altea.

Tras acordar aquellos temas, conocieron por fin a la princesa. De apariencia débil y frágil, la muchacha saludó tímidamente a su nueva guardia personal.

Gorak, el enano, fue el escogido para ser quién asegurara la protección de la princesa recibiendo un mágico anillo con una piedra incrustada de color verde. Al estar en peligro la princesa, la piedra cambiaría de color verde a rojo escarlata. Era una medida para saber en todo momento el estado de Altea.


Ahora todo estaba preparado. Solo faltaba equiparse a conciencia para la peligrosa misión y disponerse a viajar por dificultosos caminos.

Nuevamente, Kratos May y Trygg Halstag, se separaron del grupo para dirigirse al barrio rico de La Ladera, donde pensaban encontrar armas de la mayor calidad.

Gawain, Gorak y Piskop fueron mas atrevidos y tomaron camino al barrio mas peligroso de la ciudad: Las Sombras Oscuras.


Los primeros no tuvieron ningún tipo de suerte en su búsqueda de armamento, ya que los precios eran de lo mas elevado. Probaron suerte, algo disgustados, junto a sus compañeros. Estos sí que habían encontrado un local donde, a buen precio, podían conseguir armas de buena calidad a cambio de pocas monedas.

Hasta aquel momento todo parecía ir bien, pero no podía ser que le acompañara tan buena fortuna.


Al salir de la armería, fueron sorprendidos por una banda de asaltadores con intenciones nada legales.

Uno de los camorristas tubo la osadía de llamar a Gawain “cobarde”, cosa que enfureció sobremanera al guerrero dando lugar al inicio de la contienda.

En este momento las armas relucieron a la luz de la luna y la sangre comenzó a correr por las estrechas callejuelas de los barrios bajos de Ank-Mortor.

La caída de Gorak fue sorpresiva y demasiado inmediata. No era muy común que un enano guerrero fuese vencido con tanta rapidez. Pero tratándose de Gorak...

Trygg el hechicero fallaba en sus intentos de escalar hacia los tejados para tener cierta ventaja en sus disparos con arco. Parecía que su agilidad felina se hubiera esfumado frente a aquella pandilla de rufianes.

Gawain se enzarzaba en sangrientas embestidas con sus doble hacha orca, provocando heridas considerables a los enemigos que se cruzaban en su camino.

Kratos intentaba, sin conseguirlo, poner paz en aquella sangrienta situación. No sabía aún como, todo el grupo se había metido en problemas tan solo salir a la calle.

Y Piskop... Sorprendentemente, era quién daba algo de efectividad a los ataques del grupo. Su honda conseguía dar bajas en el bando contrario para sorpresa de los pandilleros.

La situación se complicaba cada vez mas, ya que aparecían enemigos de aquí y de allí, y el grupo no sabía como detener aquella oleada de bandidos. A los pocos minutos de iniciar la trifulca, apareció en una esquina, el que parecía ser el jefe del clan.


-Pápa, ettosh paios no saben ande san mitío!

-Icá nene. Namas hay que dale unos palosh en tol culamen! Ande y dale d'hostias!


La experiencia de los guerreros les puso en alerta. El secreto de la victoria en aquella pelea era dejar fuera de combate al líder del grupo enemigo.

Así pues, los ataques del kender Psikop y de Gawain, fueron localizados hacia el Pápa, consiguiendo después de muchas complicaciones vencer al enemigo.


Tras recuperar a Gorak de su estado inconsciente, decidieron dirigirse a la primera posada para poder descansar, recuperar fuerzas e iniciar su viaje, junto a la princesa Altea, al día siguiente.

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