lunes, 4 de julio de 2011

LA PISCINA

Querido diario,


Uno, por muy superhéroe que sea, no puede llegar a todo. O como dice Jodemi, el hijo de la vecina del quinto: o foll*mos todos o matamos a la p*ta! Y siento la grosería, pero no hay para menos...

El pasado jueves, tras un par de encargos de poca importancia en los que tenía que acabar con una plaga de testigos de Jehová y de un célula extremista de Circulo de Lectores, me dispuse a descansar un poco y pegarme un harton de reír mirando mi colección de DVD's de “La oveja Shaun”.


Pero fue imposible, ya que mi súper-oído me alertó de una llamada de socorro y “aursílio”.

Cagándome en tó lo que se menea, me puse de nuevo el traje de Capitán Chistorra (sí, sí... soy de aquellos que al llegar a casa se quedan en gayumbos, dejando el “pajarito” que corra a sus anchas) y me dirigí al epicentro de la llamada.


-La piscina municipal!

Allí que me voy! Y al llegar, el panorama era bastante preocupante: unos que se ahogaban en la parte más profunda de la piscina, otros que se quejaban de quemadas solares de diversa consideración, una abuela con insolación, chavalines meándose a sus anchas en la piscina pequeña, una señora que se quejaba de tener las toallas en medio de un improvisado, e ilegal, partido de fútbol, unas jovencitas que daban saltirones alocados mientras chillaban “hormigas, hormigas hormigaaaaaasssss!!!!!”, un señor que al saltar estilo “Carpa planchazo total plus” había perdido su bañador slip gitanero... Un infierno!!

Pero... pero... pero... como era posible todo aquel alboroto y que nadie hubiera hecho algo al respecto! … El socorrista! Eso es, donde c*ño estaba el socorrista??

Y sí, allí estaba el socorrista... preocupado por el alud de peligros que debía solucionar? En estado de shock por no saber como actuar? Catatónico por decidir por donde comenzar?

Naaaaaaa... El socorrista estaba dándose cremita en su escultural cuerpo musculado, envuelto cintura abajo por un pareo de colores alegres y dicharacheros, con un peinado perfecto e inmaculado afianzado por kilos y kilos de gomina, tras unas gafas de sol de última moda, escudado en una sonrisa Profident que resplandecía al reflejar los rayos de sol...


Afectado por los gritos de peligro de su “zona de control”? Que vaaaaa... De hecho, estaba bastante ocupado flirteando con un grupo de zagalas en bikini, con las que intentaba promover al máximo sus atributos masculinos a golpe de pectoral y bíceps hiper-hormonado.

Me acerqué al socorrista para decirle alguna cosa “bien dicha” y a medida que me acercaba, mis ojos se desviaban del “mequetrefe” del socorrista para fijarme en... los bikinis!


-JAAAAAARRRRRLLLL... (babeo, babeo y más babeo!)


Aquello era “importante” y no todo lo que sucedía en la piscina. Los que se ahogaban, las quemaduras, los meones, la agüela, la histéricas, el gordo exhibicionista... todo era secundario! Aquellos bikinis eran lo que había que salvar y salvaguardar... por dios, como me pongo solo de recordarlos!!!!

Así que comencé lo que se conoce como el “baile de dominio del rebaño”, donde debía enfrentarme al socorrista por la atención del sector femenino. Él con su tableta de chocolate, yo con mi panza cervecera, él con su piel bronceada, yo con mi “moreno paleta”, él con su impoluta sonrisa, yo con mi salero natural...

Resultado: éxito total... pero no con quién esperaba! Este fue mi trofeo...


A veces se gana y a veces... es mejor no participar!!

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