jueves, 19 de abril de 2012

PELIGROSA INOCENCIA (sesión I)


Se encontraban en una pequeña posada situada en un cruce de caminos, gastando las últimas monedas que habían conseguido tras el encargo de “limpiar” una pequeña mina de un grupo de alimañas salvajes.
Gork y Mörd, enano y semi-orco respectivamente, junto con un silencioso Siete que no paraba de mirar desconfiado de aquí para allí, bebían cerveza en una de las mesas de la posada. Kibana, como buena keder, paseaba por el local curioseando y manoseando todo aquello que le llamara la atención. Arquen, mientras, se distraía sensualmente con un muchacho que, siendo joven, se ruborizaba al escuchar las tórridas palabras de la semi-elfa.
Un grupo de hombres llegaron a la posada y se dirigieron a la barra. Pidieron sus cervezas y comenzaron un parloteo con el dueño del local. Al poco, este les señaló la mesa donde se encontraban el enano, el semi-orco y el tíflin. Uno de ellos, el que parecía ser el capataz del grupo, se acercó a la mesa.

-Eres Gork, el clérigo?

Y frente al gesto afirmativo del enano, el hombre alargó su mano y le hizo entrega de una carta. Acto seguido, volvió con su grupo y continuó con su bebida.

Gork, comenzó la lectura de la carta, y una ligera sonrisa se le dibujó en su curtido rostro. La carta era de su gran amigo Dungrer, líder del Clan de los Cazadores Blancos de las Montañas de la Luna. En ella, invitaba al enano y a su grupo de compañeros de aventuras, a una gran celebración donde daban gracias a los dioses por haber tenido fortuna en la caza y la recolección de víveres para sobrevivir a los duros meses de invierno en aquel lugar tan peligros de Valkirihan.
El grupo accedió a la invitación e iniciaron el camino hacia Hoëgel, poblado de los Cazadores Blancos.

Al llegar, fuero conscientes de la importancia de aquella celebración y el entusiasmo de los habitantes del poblado por aquella fiesta: músicos, bailes, bebida y comida, juegos de habilidad, niños correteando por todas partes, risas, alegría... un ambiente del que hacía mucho que el grupo no había podido participar.
Se dirigieron a la casa comunal, donde se encontraron con Dungrer y el resto de su familia. Un fuerte y sentido abrazo unió de nuevo a los dos grandes amigos, el humano cazador y Gork el enano. Después vinieron las presentaciones del resto de miembros del grupo: Mord el bárbaro semi-orco, Kibana la pícara, Siete el tiflin y Arquen la exploradora.

 
Acto seguido, la fiesta continuó hasta bien entrada la noche donde se proclamó a Ot, hijo mayor de Dungrer, como nuevo Cazador del clan, dando rienda suelta de nuevo a bebida y comida por doquier.
Al día siguiente, todos se levantaron con cierto dolor de cabeza, fruto de la excesiva cerveza montañesa que habían bebido. Aún así, fueron conscientes de la intranquilidad de algunos habitantes del poblado. Intrigados, se dirigieron de nuevo a la casa comunal y encontraron a Dungrer y a su familia con rostro de preocupación.
Al preguntar qué había sucedido, el líder de los Cazadores Blancos, respondió amargamente:

-Duna, mi hija mediana, a desaparecido.

Nadie sabía donde se encontraba o el porqué de su desaparición. Fueron las dotes de persuasión femeninas de Arquen y Kibana las que, preguntando a las amigas de Duna, descubrieron la existencia de una relación amorosa con un muchacho del pueblo. Posiblemente, los jóvenes amantes se les había hecho tarde en su escapada a una pequeña cabaña de cazadores a un par de horas de Hoëgel.
El grupo decidió encargarse, como favor a la hospitalidad del clan, de la búsqueda de la muchacha y su novio, iniciando el camino entre un paisaje nevado.

Las huellas de la pareja eran visibles, pero nadie esperaba encontrar en medio de camino, la aparición como salidas de la nada, de nuevas huellas acompañadas de restos de sangre. Era como si algo o alguien, hubiera aparecido de repente donde se encontraban la pareja de adolescentes iniciando una sangría sin motivo aparente. En ese mismo punto, las huellas de la pareja se separaban hacia caminos opuestos. La exploradora descubrió que las huellas que mostraban sangre eran propiedad del muchacho, mientras que las otras eran de Duna.
Aún no habían decidido como organizarse, que se sorprendieron al tener la compañía de tres enormes ciervos que, sospechosamente, se aceraban hacia ellos sin temor alguno.

-Es muy extraño que unos ciervos se acerquen a nosotros...

Dijo acertadamente Siete, para descubrir a los pocos segundos que los animales tenían la clara intención de atacar al grupo de forma salvaje.
Por medios de cornadas y sacudidas, los tres ciervos mermaron las fuerzas del grupo que, posiblemente, estaban desorientados por la conducta excesivamente agresiva de los animales. Y trabajo tuvieron para acabar con la vida de los ciervos, pudiendo continuar con su investigación sobre la desaparición de Duna.
Mientras Mörd se entretenía con su caníbal ritual de comerse el corazón de sus enemigos, Kibana y Siete se encargaron de seguir el rastro de sangre del novio de Duna. Gork y Arquen, hicieron los mismo pero con las huellas de la muchacha.
Los primeros, se sorprendieron al encontrar al chico desnudo, con pequeñas pero numerosas heridas por todo el cuerpo, ahorcado con sus propias ropas, de lo alto de un árbol del camino. Tras descolgarlo, sin tener nada claro de lo ocurrido en aquel lugar, iniciaron el trayecto de vuelta al camino con el cadáver a cuestas.
La otra pareja tuvo alga más de suerte, pero no por ello se tranquilizaron. Su búsqueda les llevó a un claro de bosque, donde unas enormes piedras daban cobijo a una Duna, desnuda, y en estado autista. Lo extraño del lugar era que en toda la zona donde se encontraban aquellas construcciones pétreas, la nieve misteriosamente se había fundido.
Pero nadie estaba con la ausente y frágil muchacha... o eso parecía.
Gork, sin evitarlo, se lanzó a la ayuda de su ahijada, provocando la aparición desde la nada de una serie de criaturas formadas por sombras. Eran los temidos Aouns, o sombras de la muerte, que comenzaban a realizar su baile macabro en pos del clérigo enano.
Arquen, escondida entre la vegetación, comenzó a preparar su arco, dispuesta a una nueva lucha.

2 comentarios:

  1. Una primera partida muy buena.Una historia que engancho desde el principio y unos pjes que seguramente daran mucho juego(el ritual canibal de Mórd un poco gore jaajj).Estoy deseando jugar la 2ª

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  2. Lástima de las desastrosas tiradas de dados de algunos de los jugadores (alcalde... cuántas pifias seguidas...) que nos entretuvo demasiado con los ciervos...

    Por cierto que mi personaje (la semielfa algo casquivana) consiguió comunicarse con los ciervos y oyó como estos pedía disculpas... como si algo o alguien los tuviera dominados...

    Mal rollete.

    Buena primera partida y buena forma de presentar a los personajes... ahora a profundizar en ellos y crear entre todos un excelente argumento.

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