martes, 11 de septiembre de 2012

LA LLEGADA DE SINH (sesión I)

Aquella noche, la posada estaba en relativa tranquilidad. Y era extraño, ya que el local donde podías contratar los mejores, pero también más peligrosos, mercenarios de toda Spyra estuviera en calma, era del todo anormal.
Artanis (guardiana humana) y Sigilo (humana de pasado algo comprometido) entraron en la sala y se dirigieron sin dudar a hablar con el posadero. Buscaban los mejores mercenarios que estuvieran en el Último Bastión, ciudad donde habían llegado al anochecer.
El posadero dio un vistazo al local... en una mesa se encontraba una pareja que podrían ser válidos si no fuera por su afición excesiva por el alcohol. En una de las esquinas se encontraba Pijus (mago humano), un anciano también aficionado a la botella pero, por lo visto, con grandes conocimientos sobre la magia. Algo más alejada se encontrada Akane (ladrona albhed), silenciosa y observadora como siempre, que analizaba disimuladamente todos los movimientos de las recién llegadas. Al otro lado del local, se encontraba Kairon (humano bárbaro), un mercenario en toda regla dispuesto a servir al mejor postor.
Tras una “mala entrada” con Pijus, Artanis y Sigilo conversaron con Kairon y comenzaron a estipular el precio y modo de pago del trabajo. No fue demasiado complicado concertar un pago previo de 2.000 piezas de oro antes del trabajo y 1.000 más al finalizarlo.
Fue entonces cuando Akane se ofreció a participar en la empresa de la guardiana, al saber que el trabajo se desarrollaría tras el Muro de Bron, adentrándose en la zona más peligrosa de Spyra.

Algo más complicados fueron los tratos con el viejo mago borrachín, pero finalmente Pijus accedió a trabajar en aquella peligrosa y misteriosa empresa.
Tras pasar la noche y poner sobre la mesa toda la información de la misión, el grupo intentó descansar. Algunos no consiguieron conciliar el sueño pensando en lo que Artanis les había explicado: debían buscar al nuevo Elegido. Y eso solo quería decir una cosa: la llegada de Sinh estaba cerca.
Tras pasar el Muro de Bron, el grupo comenzó el trayecto hasta Besaid con las primeras luces del día. La jornada transcurría en relativa calma hasta que un dolor intenso comenzó a inquietar a Artanis. El dolor se localizaba en su ante-brazo, lugar donde brillaba un tatuaje que la guardiana intentaba esconder de sus compañeros. Era mala señal, se vio obligada a confesar la muchacha, ya que el tatuaje mostraba si el Elegido estaba en peligro.
A la carrera, se dirigieron al poblado pesquero de Besaid, donde debía estar el Elegido...o Elegida, en este caso, y que se trataba de una niña.
Una columna de huma daba las peores esperanzas y corroboraba que el pueblo estaba siendo atacado. Al llegar, encontraron alguna choza en llamas y un grupo de monjes negros a los que hacer frente.

El grupo inició un ataque sin muchos miramientos, acabando uno por uno con los enemigos. Pero sorprendentemente, fue Pijus quién parecía estar más cómodo en aquella situación, dando caza y muerte a muchos de los enemigos de la compañía.
Con algo más de calma, buscaron a la niña Elegida, pero el estado de shock de los pocos supervivientes, alteraba las pocas respuestas que recibían.
Pero no tuvieron que buscar demasiado, ya que no fueron ellos quiénes encontraron a la niña, si no al contrario: la Elegida venía a su encuentro.

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