domingo, 30 de septiembre de 2012

LA LLEGADA DE SINH (sesión III)

Los posibles peligros que escondía el Templo Negro, dieron pie a decidir que Yuna se resguardara en la cueva, protegida por un conjuro de invisibilidad de Sigilo. La compañía no podía arriesgarse a entregar con tanta facilidad a la elegida al enemigo...
Al entrar en el templo, se encontraron con un largo pasillo en el que no parecía haber signo alguno de trampa o elemento que pusiera en peligro la salud de los miembros del grupo. Solo una cortina escondía lo que podían encontrar al final del corredor.
Bajo un estado de alerta total, traspasaron los ropajes para toparse con una gran sala circular. En ella se podía ver una par de puertas laterales (una a cada lado) y una escaleras ascendentes al segundo piso.
Kairon, Pijus y Akane, investigaron una de las puertas, para descubrir una estancia repleta de libros de magia a la que el ebrio mago le prestó mucha atención. El bárbaro Kairon, a su vez, encontró una llave en uno de los cajones de una vieja mesa. Pero demasiado ruido para tanto descubrimiento...
Alertados por el alboroto, una pareja de Monjes Negros se dieron cita en la sala circular, apareciendo por la otra puerta lateral. Precavidas como siempre, Sigilo y Artanis, dispusieron de un ataque sorpresa que pilló al enemigo totalmente desprevenido. Entre sus ataques y los de Akane y Kairon, los Monjes Negros encontraron la muerte en pocos minutos.
Era momento de decidir si continuar investigando por el pasillo que continuaba por la puerta donde habían aparecido los monjes, o subir las escaleras y adentrarse en un nuevo piso del temible templo.
Decidieron encararse a las escaleras y descubrir un nuevo reto: un pasillo con unas extrañas pinturas en sus paredes. En ellas aparecían, en el lado izquierdo, un dibujo de un monstruo y el de 2 soles. En la puerta, la estampa de 5 monstruos al lado de 6 soles. Y en la pared lateral derecha, 3 dagas ensangrentadas junto con 4 soles... El significado? Totalmente desconocido.


Al traspasar las puerta, un nuevo pasillo les estaba esperando. Esta vez, la fortuna no les acompañaba y activaron en un par de ocasiones una trampa de proyectiles que aparecían de un a de las paredes y daban en la diana, desgarrando poco a poco la maltrecha salud de alguno de los aventureros.
Akane fue la última en entrar y la afortunada en descubrir como funcionaba aquella trampa del demonio: simplemente consistía en pisar alternativamente las filas de baldosas, jugando con ellas al igual que con las imágenes de las paredes de la entrada (malo-bueno-malo-bueno...).
De esta forma llegaron a una nueva sala, repleta de objetos aparentemente abandonados. Un arcón en una de las esquinas, despertó la curiosidad de Artanis y Kairon. Utilizando la llave que había encontrado en el despacho, abrió el cofre y, a su vez, activó una peligrosa nueva trampa del templo. La puerta se cerraron, dejando fuera de la habitación a Akane, y comenzó a caer de las esquinas de las paredes un pestilente líquido que pronto reconocieron como ácido.
El grupo intentó romper la puerta para poder liberarse del ataque corrosivo, pero no les fue nada fácil. Finalmente, y con muchas quemaduras en sus cuerpos, pudieron salir de la habitación y descansar unas horas para sanar sus heridas. Era del todo necesario...
Pero no podían dejar atrás lo que realmente les importaba: encontrar la piedra de poder.
Una vez en mejor estado, continuaron la exploración del terreno y encontraron una zona donde el olor escalofriante de sangre reseca les empañaba el olfato. Sigilo reconocía aquel olor a la perfección: el olor a muerte y tortura.
Y así era. El grupo descubrió un estrecho pasillo que llevaba a lo que parecía una sala de torturas, donde un enorme hombre mutado y un Monje Negro, disfrutaban del dolor de una ensangrentada niña y un casi cadavérico anciano. 

De nuevo, el grupo entró al ataque y combinando ataques de cuerpo a cuerpo, a distancia y de origen arcano, hizo frente al enemigo ganando su merecida victoria.
Liberaron a la niña y a los prisioneros que esperaban aterrorizados su trágico destino, pero el anciano no tubo tanta suerte y sus fuerzas no consiguieron aguantar tanto dolor. Pijus y Kairon, acompañaron a los prisioneros hasta la salida del templo, liberándolos de una muerte segura.
Volvieron al pasillo central y se toparon con un nuevo enigma: unos marcadores de color blanco, negro, rojo y azul, junto a una inscripción que debían descifrar.
Tras dar con la solución, se adentraron a una enorme sala donde se escondía un peligroso enemigo: el Ochu, una planta venenosa de enorme tamaño y mortíferos tentáculos. 
Mucho le costó al grupo reaccionar frente a tan desgarrador contrincante, ya que no solo sus ataques eran de gran poder de daño, sino que sus habilidad para expandir sus esporas de “confusión” afectaron a algunos miembros del grupo.
Pero finalmente, varios aciertos en los ataques de los protectores de la Elegida, dieron el fruto deseado: acabar con el Ochu y superar de nuevo el encuentro con el que se toparon.

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